Mi experiencia con las gafas de realidad virtual es agridulce. Probé las Google Glass en el 2014 y me parecieron el futuro, pero un año después dejaron de producirlas. Solo salieron a la venta en EE.UU. y el Reino Unido, con un precio que entonces parecía prohibitivo (1.000 euros), pero que visto cómo se ha puesto el mercado de los móviles de gama alta casi parece una ganga. Su principal hándicap era los problemas de privacidad que planteaban, ya que podías grabar a la gente sin que se diera cuenta. Recientemente ha vuelto a salir una versión mejorada denominada Enterprise Edition, con una serie de aplicaciones limitada y muy enfocada a empresas. En España las distribuye Streye.
Dos años después se pusieron de moda las máscaras VR, una tecnología que permite la inmersión total en imágenes fijas o de vídeo grabadas con cámaras de 360 grados. Había desde modelos básicos de cartón a dispositivos evolucionados como Samsung Gear, que sin embargo carecían de la resolución suficiente para asegurar un visionado de calidad. Tampoco existía demasiado contenido para ellas.
Paralelamente, firmas como Oculus y HTC lanzaron cascos de realidad virtual en alta definición, pensados sobre todo para videojuegos. A ellas se unió Sony con un sistema dedicado para su PlayStation 4. Además de caros, estos equipos son pesados e incómodos, y en el caso de HTC Vibe exige la instalación de módulos adicionales en las paredes.
HoloLens
Pasar más de 15 minutos con unas gafas VR puede ser una experiencia mareante. Por eso la realidad virtual empieza a quedar arrinconada por la Realidad Mixta. Microsoft acaba de anunciar la disponibilidad de sus HoloLens en 29 países europeos, entre ellos España. Este proyecto, en combinación con Windows 10, permite interactuar con hologramas y «ayuda empresas y trabajadores a realizar tareas cruciales más rápido, más seguros y con una mayor eficiencia». Apple también prepara unas gafas de realidad aumentada para el 2019, según Bloomberg, y esto podría suponer el despegue de esta tecnología a nivel masivo. Prepárese para llevar gafas.