Una cocina con vistas

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

12 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El escaparate de MasterChef consolida en cada programa el concepto del turismo gastronómico gracias a las postales que ofrece su prueba de exteriores. A veces puede resultar cruel poner a los aspirantes a afrontar el trajín de los fogones bajo un sol de justicia o entre montañas nevadas a 2.000 metros de altura, pero, a cambio, el espectador puede solazarse desde la comodidad del sofá en el privilegio de unas cocinas con vistas como la que esta semana se instaló en un mirador de la Ribeira Sacra orientado a los cañones del Sil.

El guion del programa describió el lugar como «una de las zonas más misteriosas y desconocidas de España» y «uno de los mayores tesoros naturales del país». La presentadora llegó a preguntarse «cómo es posible que no se conozca» una zona que se mostró con los colores propios del verano y a la que Eva González prometió volver. El juez y chef Pepe Rodríguez descubrió la proeza de la viticultura heroica -«una locura», exclamó- y se quedó sin resuello trepando por los empinados bancales del río.

Muchos espectadores descubrieron así ese rincón secreto que ya no lo era tanto para los miles de lectores de la novela negra con la que Dolores Redondo ganó el Planeta del 2016, Todo esto te daré. El libro, como el programa, pueden contribuir a atraer visitantes más que ninguna campaña.