Litio contra hidrógeno

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 40 años se libró una de las primeras batallas de la industria tecnológica contemporánea, la llamada «guerra de los formatos». Los contendientes eran Sony, con su sistema de vídeo doméstico Betamax, y JVC-Panasonic, con el VHS. Todo el mundo sabe cómo acabó la historia: el VHS se impuso a pesar de que el Betamax era mejor (más resolución y por tanto mejor calidad de imagen, mejor sonido, mayor rapidez de avance y rebobinado y aparatos que ocupaban menos espacio); pero al final los dos fueron barridos por el DVD, y este por las descargas y el streaming de Internet.

El mundo de automóvil puede vivir un enfrentamiento similar. Estamos en plena transición de los combustibles fósiles a energías supuestamente limpias (luego hablaremos de esto) y la mayoría de los fabricantes ya han elegido un bando o caballo ganador: el coche eléctrico. También los gobiernos, aunque algunos países como Noruega (30 % de vehículos eléctricos) van muy adelantados y otros como España son un erial de estaciones de recarga y apenas hay algún movimiento en ciudades muy contaminadas como Madrid y Barcelona.

El problema del coche eléctrico no es la falta de ayudas (el plan Movea sustituye a los antiguos Pive y ya no recibirán subvenciones los modelos que solo usen gasolina o diésel), ni la lentitud en la implantación de una red de cargadores. Aunque la Administración obligara por ley a instalar varios de estos puntos en cada una de las estaciones de servicio que hay en España, a día de hoy no sería una solución. Con la tecnología actual de baterías de litio se tarda un mínimo de 45 minutos en el mejor de los casos y toda la noche, si utilizamos un enchufe convencional, para recuperar no ya el 100% de la autonomía de un automóvil eléctrico, sino alrededor del 60%, que nos daría para recorrer unos 200 kilómetros. No estamos preparados para esperar tanto.

Incluso las baterías de estado sólido, que ya se están desarrollando en la Universidad de Austin (Texas) _allí trabaja John B. Goodenough, considerado el padre de esta tecnología_ y que pueden almacenar tres veces más energía, implican hacer un parón de 50 minutos antes de poder circular de nuevo.

Aquí es donde entra la pila de hidrógeno. Este sistema, que ya utilizan modelos como el Honda Clarity Fuel Cell y el Toyota Mirai (ambos están a la venta en Japón y EE.UU.), permite recargar completamente un coche en cinco minutos, un tiempo análogo al que ahora empleamos en repostar en una gasolinera. El hidrógeno debe producirse a partir de hidrocarburos como el gas natural y ello ha sido utilizado por algunos para criticar esta fuente de energía. Pero no debemos olvidar que la producción eléctrica tampoco es limpia si no se hace mediante renovables, y difícilmente la solar o la éolica podrían satisfacer la demanda de millones de vehículos de este tipo.

Difícil elección para quien ahora mismo esté pensando en comprar un automóvil.