Barcelona paga la fiesta del «procés»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

21 nov 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

Si a alguien le quedaba alguna duda sobre el coste que va a suponer para Cataluña la escalada de tensión social, crispación política, inseguridad jurídica y desafío a la legalidad española y europea desatada por el golpismo independentista, la constatación de que Barcelona no albergará la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) pese a reunir las mejores condiciones para ello debería constituir un punto de inflexión que abra los ojos a los millones de catalanes a los que se está engañando. El delirio independentista no va a salir gratis porque ha lastrado ya gravemente la economía y la imagen de una Cataluña que tardará décadas en recuperarse.

El fiasco de la pérdida de la Agencia Europea del Medicamento es un desastre que se suma a la fuga de Cataluña de todo su sistema bancario y de sus mayores empresas. Una ruina que amenaza con agrandarse en caso de que el independentismo regrese al poder el 21D. Si los que pusieron en marcha este proceso antidemocrático no eran conscientes del daño económico que iban a causar a los catalanes, son unos absolutos irresponsables que no merecen en ningún caso volver a gobernar. Y si, como parece más probable, sabían perfectamente el enorme coste que tendría todo esto para Cataluña y pese a ello siguieron adelante, estamos ante unos viles traidores a esa patria que dicen defender. Deberían pagar por ello. Primero en las urnas y luego ante la Justicia.

La actuación del Gobierno y de los grandes partidos españoles, que se han volcado hasta el último momento en defender en Europa la candidatura de Barcelona pese a ser conscientes de que se trataba de una empresa casi imposible, contrasta de manera brutal con la despreciable deslealtad de los líderes independentistas, consagrados a una repugnante campaña de mentiras y calumnias contra España con el objetivo de desprestigiar su imagen internacional, sin importarles el alto precio que tendrán que pagar por ello millones de ciudadanos.

Fieles a su empeño en tratar a los catalanes como imbéciles, los secesionistas culpaban ayer de este naufragio al Gobierno, a España, a Franco, al 155 o a quien fuera. Pero que el ex consejero de Sanidad catalán, Toni Comín, sea un prófugo de la Justicia no era desde luego el mejor aval para aspirar a la agencia del medicamento. Como tampoco lo era que el también prófugo Puigdemont insulte a todos los dirigentes de la Unión Europea. Pero de este descalabro es igualmente culpable la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, una irresponsable que despreció la EMA porque, según dijo, no era del «agrado» de sus bases y que ha dedicado más tiempo a defender a los okupas, atacar a los turistas y denigrar a España que a prestigiar la imagen internacional de la ciudad que gobierna.

Los catalanes están llamados a las urnas dentro de un mes. Desde ayer, más allá de sus patrañas y de su victimismo, está claro lo que los independentistas y los comunes ofrecen a Cataluña y a Barcelona en esa cita electoral. No es desde luego sangre sudor y lágrimas, sino ruina, desprestigio y frustración.