Borrachera de poder

César Casal González
César Casal AL ROJO VIVO

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

22 abr 2018 . Actualizado a las 08:42 h.

E la vida todo es poder, hasta lo que no lo parece. Los sentimientos son también relaciones de poder. Pero dejemos el psicoanálisis para hablar de la borrachera de poder que anuncia el título de este artículo y que no es otra que la que padece Podemos. Parece increíble que Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa hayan estudiado Políticas. Nada peor que el canibalismo político exhibido en público para cargarse un proyecto. Ese ataque de Carolina Bescansa, otro más, a Pablo Iglesias deja claro que el odio ha anidado en la organización y ha criado los cuervos necesarios para que se saquen los ojos unos a otros. Encima no es un ataque individual. Es una trama de dos, otra vez, Íñigo Errejón, aunque lo niegue. Carolina e Íñigo sangran por la herida de haber sido apartados y aplastados por el liderazgo único de Pablo Iglesias. Liderazgo solo compartido, y poco, con Irene Montero, la madre de sus hijos. Un elenco de actores en la cubierta del teatro para representar ante el público de izquierdas en el corral de comedias de Madrid una tragedia de Shakespeare. Y una señal más para el público en general de que Podemos no es la nueva política que nos iba a salvar de la crisis y que iba a denunciar la corrupción hasta las últimas consecuencias. La pureza hace tiempo que ha caducado. Lo que vemos un día sí y otro también es esa borrachera de poder que les lleva a actuar mal, a disputar hasta los silencios en una suerte de duelo que tiene muy mala pinta. Irene Montero, Pablo Echenique, Ramón Espinar y, por supuesto, Juan Carlos Monedero son los aplaudidores de Pablo Iglesias. Enfrente siguen los purgados Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre (los tres fundadores de Podemos en los alegres tiempos). Pablo Iglesias ha apostado por la radicalización y por ser muleta del independentismo en Cataluña, una receta que solo le da disgustos en las encuestas. Podemos, en teoría, era otra cosa. Un partido que recaudó votos hasta entre los pensionistas. Pero el poder mal digerido, y sobre todo nada compartido, solo trae tempestades. Iglesias no tiene ni idea de lo que significa trabajar en equipo y repartir juego. Necesita adoradores de solipsismo. Si sigue así este Narciso se ahogará de tanto mirarse y admirarse a sí mismo en el charco en el que lo está haciendo (hace tiempo que el océano que tuvo solo es un charco que sigue secándose).