Los niñatos se curan con la mili

César Casal González
César Casal AL ROJO VIVO

OPINIÓN

Ramón Leiro

24 abr 2018 . Actualizado a las 07:52 h.

Entre los niñatos que denunció sin faltarle razón el mensaje colgado en un centro de salud de Marín que se ha hecho viral y los comentarios en los que se dice que tanta tontería que tienen hoy los chavales se curaba con la vuelta de la mili, supongo que tiene que haber un punto intermedio. Lo que se llama sentido común. Lo que toda la vida fue el fiel de la balanza, ese lugar en el que se puede criar a un niño sin convertirlo en un perfecto imbécil sin necesidad de raparle el pelo y enviarlo año y medio a África con una maleta de madera como le pasó a mi padre. Dice el mensaje que ha arrasado en las redes que ya está bien de «niñatos de 10 años con móviles de 600 pavos, crías de 15 con extensiones de pelo de 500 euros, imberbes de 18 con cochazos de 24.000 euros, gafas de sol de 300 pavos, pantalones de 200 euros, zapatillas de 150 euros, estudiantes que se pagan unos viajes al extranjero por 1.500 pavos a países donde sus padres no irán jamás en la vida...». Y cierra su diatriba con una certera apuesta por darle a los hijos «amor, cariño, educación, respeto y sabiduría, lo demás lo conseguirán por sí mismos». El amor es innegociable. El cariño siempre vuelve. No falla. La educación ya es más complicada. No hay dos chavales iguales. Y los padres hacemos muy mal en no dejar que los profesores ejerzan. No nos podemos poner del lado de nuestro hijo contra sus maestros. Es un error tan grande como lo del móvil de 600 euros para un chaval de 10 años. Pero es que decir no es el factor clave a la hora de intentar educar. Con el no se sufre como padres. El sí siempre es la salida fácil, pero a la larga es el camino más complicado. El respeto tienen que verlo en casa. Es imposible inculcar respeto si nosotros mismos no lo practicamos en la calle, en un bar, en los parques, en las gradas de un campo de fútbol. Ay, las gradas de un campo de fútbol. Las barbaridades que se escuchan. Así es imposible que un chaval aprenda respeto. Sobre la sabiduría ya no me atrevo a opinar. Sabios hay tan pocos. De lo que sí quiero escribir es de lo que decía hace un momento: de intentar educar. Educar siempre es un intento. No hay manuales para ser padres. No hay un carrera que te prepara para el trabajo más importante de tu vida. Cada día es un descubrimiento. Y cuando se descubren tantos países (infancia, adolescencia...) sin parar, son buenos los límites, las fronteras, para aclarar el terreno que se pisa. Pero decir no y esforzarse en intentar educar no significa que sea necesario que vuelva la mili, la mili más dura, la de hace décadas, con todo lo que significaba aquella España de ordeno, mando y hago saber. Ir de colega de tu hijo es un disparate. Meterlo en un barracón a que lo maltraten, otro. Buscar siempre el justo medio, el fiel de la balanza.