Carta al amigo ausente

Xosé Fortes FIRMA INVITADA

OPINIÓN

13 jun 2018 . Actualizado a las 12:26 h.

Contaba Luis Buñuel en sus memorias que le gustaría poder levantarse de su tumba cada diez años, comprar la prensa, enterarse de los últimos chismes, tomarse un Martini y volver tranquilamente a su refugio.

Pasarse al otro lado no estaría mal si cada cierto tiempo uno pudiera acudir a la tertulia con los amigos, porque eso de la eternidad es asunto peliagudo que conviene tomar con mucho humor.

Para contarte las novedades de estos últimos años, se me ocurrió el año pasado escribirte una carta, pero por una serie de achaques, fue quedando hasta hoy en el tintero.

Qué lejanos aquellos años de comienzo de la transición, cuando nos conocimos. Me habían encomendado la dirección de Vagalume y recurrí a ti, como a un oráculo, para implantar ciertas normas ortográficas en la revista. Había leído Xoguetes para un tempo prohibido, y me había sorprendido porque utilizabas un gallego muy poco enxebrista, y a mí me parecía que esto favorecería la comprensión de los textos por los niños.

Estabas destinado en el instituto de Cangas. Yo te llevaba los textos que habíamos seleccionado y tu les dabas el toque de gracia que los iluminaba. Todavía tengo grabadas en la memoria dos portadas. La del Día das Letras Galegas de 1977, y un delicioso dibujo de Cristina, una niña leyendo un poema libertario de Bert Rosengren.

En ocasiones, Cristina preparaba algo al horno, y Maricarmen y yo cenábamos en vuestra casa. A Håkan le daba por comer patatas crudas como si fueran manzanas y Ch?ristian comenzaba a gatear. En las sobremesas nocturnas solías desgranar historias que se movían entre la realidad y la ficción, en ese mundo en que todo parecía a la vez posible e imposible. Tu talento como narrador oral era, incluso, superior al de escritor. Aún me parece estar oyendo la historia del alquimista de Caaveiro, o la de aquel realista fidalgo compostelano. Historias que aparecerían impresas en Os escuros soños de Clío.

Luego la vida fue imponiendo sus reglas. A ti te destinaron a Vigo, Vagalume echó el cierre, y yo volví a mis cosas. Pero siempre celebrábamos cualquier reencuentro, para no perdernos la pista.

¡Cómo ha cambiado el mundo, amigo Carlos! La transición está siendo denostada, la crisis ha socavado los cimientos de lo que llamábamos «Estado de bienestar», Cataluña está poniendo a prueba las costuras de este viejo país nuestro, y en los Estados Unidos reina un peligroso presidente que parece sacado de un cómic. Menos mal que ETA, por fin, se ha disuelto.

En estos días soleados de primavera en Lapamán, en que comienzan a brotar las buganvillas, echo de menos tus artículos sobre el gato Samuel. Si un día de estos tienes a bien acercarte a la tertulia puedes traerte a Buñuel. Le daríamos un repaso al mundo. Hasta siempre, amigo Carlos.