La decisión de Feijoo: gana Galicia

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

20 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Me han preguntado muchas veces, desde hace ya trece años, cuál era la razón de algunos de mis artículos relativos a Alberto Núñez Feijoo. Siempre he contestado lo mismo: gracias a Feijoo no estamos en un abismo político, económico, social e ideológico. Lo digo con seguridad plena. Quizá porque lo he vivido como una herida desde que PSOE y BNG gobernaron juntos la Xunta. Se aliaron en el 2005 y a uno, que veía con buenos ojos la jubilación de Fraga, no le quedó más remedio que admitir que estaba equivocado.

Un par de años antes había llegado de Madrid un hombre joven, pero eficiente, por el que pocos apostaban. Hasta su presencia, entre la palidez y la timidez, no semejaba tan poderosa como en realidad era. Desde que observé sus modos de hacer, supe que se trataba de un político cabal, de esos que hacen y ejecutan para perdurar en la historia y en el buen recuerdo: era el mejor. Estaba llamado a ser presidente del PP gallego y, por supuesto, para ganar la Xunta. Los otros, PSOE y BNG, a lo suyo: golpe a golpe. ¿Recuerdan su gobierno? Fue espantoso. Se sentaban en las reuniones, se enfadaban, se levantaban unos y quedaban otros. Entendieron el poder como un servicio de partido y se repartían el pastel como si se tratase de una fiesta. Sus promesas de ahorro se convirtieron en dispendio y sus halos de transparencia fueron opacos. El presidente, que era un buen hombre y un mal gestor, se dedicaba al arte de salvar su propia cabeza: sus verdaderos enemigos los tenía en el partido y en el gobierno. El vicepresidente bailaba con los mayores y los mitineaba cuando iban de excursión. Faltaba finura. Y si los gallegos no retomasen el sentido común apostando por el candidato del PP, Galicia se partiría en dos. Lo cierto es que ya estaba partida. Y eso que el trabajo ideológico aún lo estaban iniciando. Porque si lo sostuvieran una nueva legislatura, acabaríamos solicitando la independencia, catalanamente. Fue espantoso, repito. Y por eso, solo por eso, Galicia debe estar por siempre agradecida a Núñez Feijoo. Es el mejor político, sin duda alguna, que ha tenido nuestra autonomía. Y, por lo tanto, estaba llamado a continuar su carrera para llegar a su consumación definitiva: ser presidente nacional de su partido y presidente de España. Pero con ello pecaría del pecado común de la nueva política: la incoherencia. Él prometió dedicarse a Galicia y a los gallegos. Cumplir la legislatura. En el atardecer del lunes, cuando todos esperaban que presentase su candidatura, dijo que se debía a Galicia y los gallegos. También que desde aquí contribuiría a mejorar España. Porque el país no puede estar en manos de quien está: populistas, independentistas y los demagogos del gesto (el Gobierno Sánchez).

Núñez Feijoo, un ourensano humilde, laborioso, diligente y honesto, se ha hecho más grande con su renuncia al oropel del poder. Ha sido fiel a sí mismo y a su corazón. Llevo trece años diciendo que es el mejor. Con él, gana Galicia.