Valores éticos en la Universidad

Juan M. Lema Rodicio TRIBUNA

OPINIÓN

18 sep 2018 . Actualizado a las 15:48 h.

Los increíbles episodios relacionados con el supuesto máster de Cristina Cifuentes, de la ex-ministra de Sanidad, de Pablo Casado y de otras personalidades está cuestionando la seriedad de los procedimientos universitarios y, en particular, se está generando una opinión pública que sospecha de la falta de exigencia en la obtención de títulos universitarios, especialmente de másteres. El propio concepto de máster estuvo muy devaluado hace algunos años cuando se ofertaba, sin la menor garantía académica, por organizaciones de lo más variopinto.

Y, en pleno período de recuperación del prestigio del máster universitario, estallan estos escándalos que nos afecta a todos los universitarios y a la sociedad en general. Hubiera esperado una respuesta interna de la Universidad Rey Juan Carlos mucho más contundente, sin aguardar al resultado de los lentos procesos judiciales, y que las autoridades académicas, en especial su rector, hubieran asumido sus responsabilidades.

En los últimos años, la sociedad española se está enfrentando a una serie inacabable de episodios de corrupción que ponen en duda la seriedad de todo un país y ante los que no se aprecian acciones efectivas de calado. Lamentablemente en este asunto, como en tantas ocasiones, la sociedad civil ha dimitido de sus responsabilidades y ha delegado la iniciativa en las fuerzas políticas que, con mayor o menor fortuna, tratan de legislar y establecer normas.

Los medios de comunicación, a su vez, aportan la información detonante de los procesos y debemos agradecerles muy sinceramente su esfuerzo por mantener la tensión. Sin embargo, aunque relevante, no creo que su papel sea suficiente. Para conseguir una acción efectiva y duradera es preciso crear criterio por agentes que, en principio, no despierten recelos y que tengan capacidad de influencia social. Propongo que la Universidad abandere un proyecto muy ambicioso que permita incorporar progresivamente valores éticos y morales al ideario colectivo. Sugiero un proyecto transversal que impregne todas las estructuras y acciones docentes, de investigación y administrativas, un proyecto integrador e integral.

Recientemente he tenido ocasión de comprobar, como profesor visitante en la prestigiosa Universidad de Queensland, (Australia), su voluntad inequívoca por fomentar y mantener estándares éticos muy elevados. Y como una de las medidas significativas aplicadas a todo el colectivo universitario, he tenido que superar cursos de formación y concienciación sobre equidad, ética, igualdad o corrupción. Para conseguir una formación integral de nuestros universitarios se ha de considerar no tan solo el desarrollo de capacidades profesionales o el fomento de habilidades transversales sino también la sólida asunción de valores como eje vertebrador de toda acción humana.

Australia figura en una posición envidiable en los ránkings de índice de desarrollo humano (IDH), y particularmente muy bien posicionada en relación a los valores éticos y morales. No me cabe duda que la contribución universitaria a la consolidación de una sociedad australiana más sana ha sido y es decisiva. Propongo a nuestras autoridades académicas empezar a dar unos primeros pasos, sólidos, en esta dirección.

Propongo un proyecto que permita incorporar valores éticos y morales al ideario colectivo