¿Qué se apuestan a que hay Presupuestos?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño CRÓNICAS DESDE MADRID

OPINIÓN

El arriesgado desafío lanzado por Borrell evidencia que el Gobierno ve como seguro que Junqueras y Puigdemont cederán

22 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Qué se juegan a que mucha bravata, pero, a la hora de la verdad, lo votan?». Más allá de los fuegos de artificio de Pablo Iglesias y su performance de la visita a Oriol Junqueras en la prisión de Lledoners, el desafío lanzado por el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, el pasado miércoles durante su comparecencia en la Comisión Mixta Congreso-Senado para la Unión Europea, dirigido a los independentistas catalanes en relación con los Presupuestos para el 2019, es sin duda la frase de la semana, aunque haya tenido escasa repercusión. Y lo es porque resume en muy pocas palabras casi todo lo que ha ocurrido, está ocurriendo y va a ocurrir en los próximos días. Borrell ha demostrado por segunda vez, tras su efímera y fracasada etapa como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno y como portavoz en el Congreso, que una cosa es disponer de una inteligencia brillante y preclara y otra muy distinta saber manejar los cínicos registros que exige el ejercicio de la primera línea de la política.

Pero, en efecto, la posición que está manteniendo ERC, e incluso también el PDECat, asegurando que no se sentarán a la mesa para negociar nada sobre los Presupuestos hasta que el Gobierno no haga un «gesto» en favor de los líderes del procés presos o prófugos de la Justicia, solo puede entenderse como un farol o un órdago difícil de sostener hasta el último momento. Ni siquiera Sánchez, con su empeño en mantenerse en la Moncloa a toda costa, sería capaz de resistir hasta el año 2020 si no aprueba los Presupuestos. Y, por más que Tezanos se esfuerce en retorcer el CIS, tanto el PSOE como los independentistas saben que con un adelanto de las generales estaríamos más cerca de un Gobierno de coalición entre Ciudadanos y el PP que de un imposible traslado a una investidura de Sánchez de lo que fue una alianza circunstancial entre el PSOE, Podemos y los independentistas para echar a Rajoy de la Moncloa. Y especialmente a Junqueras y los suyos, que juegan ahora a hacerse los duros, lo último que les conviene es un Gobierno en el que Albert Rivera y Pablo Casado se pongan de acuerdo para aplicar un «artículo 155 duro» en Cataluña, signifique eso lo que signifique.

De ahí que el Gobierno dé por hecho que, al final, ERC apoyará con un sí los Presupuestos. Lo que parece que Sánchez no ha calibrado tan bien es que ese sí de Junqueras no serviría de nada si el PDECat no se abstiene al menos en la votación de las cuentas públicas. Y eso, con Puigdemont libre para moverse por el mundo excepto por España, es harina de otro costal. De modo que, al final, después de tanto paripé entre Sánchez, Iglesias y Junqueras, todo quedará en manos de Puigdemont y su valido Torra, imprevisibles porque su contacto con la realidad y su sufrimiento es nulo en comparación con el de Junqueras, que lleva un año entre rejas. Asistiremos a otro duelo ente ERC y el PDECat para ver quién es el primero en ceder y quién se arriesga a quedarse solo apuntalando al Gobierno de España. Aun así, a día de hoy lo más probable es que Puigdemont ceda también y que haya Presupuestos. Pero, si al final no los hay, a Borrell no le quedará otra salida digna que dimitir. 

En Marea no rentabiliza sus escaños como hacía el BNG

Hubo un tiempo, allá por el año 2008 y siguientes, en el que el BNG, con solo 212.000 votos en las generales y dos diputados en el Congreso, conseguía arrancar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero concesiones millonarias para Galicia en los Presupuestos. Aquellos dos escaños resultaban imprescindibles para formar una mayoría con el PNV y el PSOE de Zapatero para tumbar las enmiendas a la totalidad de los grupos de la oposición. Hoy, sin embargo, resulta que Podemos-En Marea-Anova-EU disponen de 344.000 votos y cinco escaños en el Congreso, igualmente imprescindibles para que el Gobierno de Sánchez apruebe los Presupuestos, pero su apoyo, de momento, sale gratis.

Iglesias asume las tesis de Errejón tras haberlo purgado

Lo dicen las encuestas, y también las circunstancias. Por más esfuerzos que haga Pablo Iglesias por salir en los telediarios y en las primeras páginas de los periódicos, el proyecto de Podemos, que fue una creación suya hasta el punto de que su cara aparecía en las primeras papeletas, se desmorona. El sueño del sorpasso al PSOE ha desaparecido por completo. Y, tras haber purgado a Íñigo Errejón por plantear semejante herejía, ahora resulta que Iglesias acaba por asumir las tesis pactistas del purgado y ya solo le queda elegir entre ser el sostén de un Gobierno del PSOE o retirarse a su dacha de Galapagar a escribir unas prematuras memorias políticas. Qué rápido pasa todo en Podemos.

Casado no podría repetir en Galicia su papel en Andalucía

Empieza a preocupar, y bastante, el personalismo que Pablo Casado está imprimiendo a su presidencia del PP. El partido está acostumbrado a una gran disciplina respecto al líder nacional, pero no a que un jefe sin la más mínima experiencia de gestión asuma el protagonismo total o el ordeno y mando. Que Casado anuncie que hará una campaña paralela a la de Moreno en Andalucía es normal, dado que al fin y al cabo el líder andaluz del PP era un hombre de Soraya al que Casado perdonó la vida. Pero será muy difícil, por ejemplo, que Feijoo, que ya quitó hasta las siglas del PP en anteriores campañas, permita que Casado se inmiscuya lo más mínimo en su estrategia electoral de las municipales en Galicia.