El alma del PSOE en gravísimo peligro

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

efe | Fernando Alvarado

14 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La ambición es al mundo de la política lo que el beneficio al de la empresa: un motor insustituible para quienes se dedican al uno o a la otra. Pero la ambición política y el beneficio empresarial tienen también en común sus efectos devastadores si se pierde la capacidad de autocontrol: el político dominado por una patológica ambición es tan peligroso como el empresario que está dispuesto a hacer lo que sea para aumentar sus beneficios. En ambos casos, los paganos son los particulares, en su doble condición de ciudadanos o de consumidores.

Las cosas que están ocurriendo en el PSOE desde el regreso de Sánchez ponen los pelos como escarpias a cualquier progresista que lo sea de verdad. Pese a ello, el silencio sepulcral que se ha instalado en su partido es clamoroso: nadie está dispuesto a decir ni una palabra sobre el suicidio político e ideológico de unos dirigentes que han vendido su alma al diablo para seguir en el poder con la esperanza de valerse de él para ganar algunos votos.

Pues vender el alma al diablo, y no otra cosa, es pactar con dos partidos golpistas para llegar al Gobierno y echarse literalmente en sus brazos como único medio de tratar de conservarlo a cualquier precio. Como lo es la reacción vergonzosa del PSOE y del Gobierno ante el hostigamiento de los matones aberzales a quienes habían organizado un acto de homenaje a la Guardia Civil en Alsasua, reacción que no fue otra que un falsario reparto de culpas entre acosadores y acosados. O como lo es el reciente despliegue de altos dirigentes del PSC visitando en la cárcel a los líderes de la insurrección secesionista, varios de ellos procesados por uno de los más graves delitos regulados en nuestro Código Penal.

Aunque, según Iceta proclamó ayer, no hubo en Cataluña ni rebelión, ni sedición. ¡Impresionante!

Tal ejercicio de deslealtad constitucional, sencillamente obscena, sería increíble en el PSOE que conocimos durante todo el período de construcción de nuestro sistema democrático. Ni siquiera Zapatero, que rompió ya gran parte de los diques que mantenían a los socialistas separados del etnicismo reaccionario de los nacionalistas, se había atrevido a hacer cosas que hoy Sánchez y los suyos defienden con la pasmosa tranquilidad de quien ha perdido el más elemental sentido de la decencia democrática. Y todo ello ante el silencio cómplice de miles de antiguos militantes y dirigentes socialistas, tan escandalizados como quien esto escribe por lo que está pasando en su partido.

Jeff Flake, senador por Arizona hasta las recientes elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, se retiró de la contienda para no hacerse cómplice de Trump: «Uno siempre puede encontrar otro trabajo, pero no otra alma», explicó Flake. Se ve que las preferencias de los actuales dirigentes del PSOE van por otro lado: entre cargo y alma se quedan con lo primero sin dudarlo.