Pobre Jorge Javier

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

23 mar 2019 . Actualizado a las 09:21 h.

Tiene que ser terrible saber que te has salvado de milagro, que perteneces a ese grupo de personas a las que la varita mágica ha tocado en el preciso instante que todo lo vuelve fortuna. La tómbola de la vida le ha dicho a Jorge Javier que la suya, por el momento, continúa; que puede darse la oportunidad de disfrutarla y que tiene en su mano tomarse el tiempo de virar hacia otro lugar y otro momento. Pero todo indica que Jorge Javier no quiere, que a estas alturas ya ha sido devorado por el yo televisivo, por ese personaje que tantos éxitos (y tanto estrés) le ha propiciado hasta fagocitarlo. No puede explicarse si no que en plena recuperación de un ictus, cuando aún te palpita el temor, cuando todavía estás noqueado por el shock, tu impulso sea seguir dando más espectáculo, más audiencia y que sigas empleado en fidelizar más y más a un público capaz de devorar -y devorarte- cualquier resquicio de tu pequeña vida. Ese Jorge Javier convaleciente hablando por televisión desde la cama del hospital a Sálvame es el que produce lástima, el que refleja una soledad inmensa y el que transmite que detrás de ese personaje enorme de la televisión no hay otro ser; no hay ningún límite que proteja un mínimo de privacidad. Jorge Javier se ha dado por completo al público en todas sus vertientes; en cuerpo y alma, en vida y muerte. Pobre Jorge Javier.