Reflexiones docentes de un padrino agradecido

Jaime Gómez Márquez EN LÍNEA

OPINIÓN

19 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ser padrino o madrina de una promoción de nuevos graduados es una de las mayores recompensas que puede tener un profesor universitario. Y esto es así porque al padrino o madrina lo eligen los estudiantes por votación y supongo que cuando te eligen es porque a la mayoría no les has parecido un mal profesor. Junto a otros dos compañeros, este año he tenido el honor de haber sido elegido padrino de la VII promoción del grado en Biología. A todos/as mis alumnos/as les dedico este artículo.

Quiero aprovechar esta ocasión para reivindicar el valor de la docencia en todos los niveles educativos y la importancia del buen docente. Me referiré a la enseñanza universitaria, no por ser la más valiosa, sino porque es la que mejor conozco. Con el paso de los años, cada vez soy más consciente de la importancia de enseñar y de lo difícil que es conseguir que los estudiantes aprendan disfrutando de la asignatura; esto último es así por dos razones no excluyentes: i) porque el profesor no esté a la altura de su responsabilidad docente, y ii) porque la motivación de los estudiantes sea escasa. Considero un privilegio poder explicarle Bioquímica a mis estudiantes, intentando que se interesen por esta asignatura y descubran lo importante que es para su formación, y me parece lamentable que haya profesores que vayan a dar clase con desgana (por imperativo legal como dirían los cursis), que no preparen sus clases como es debido y que no traten a sus alumnos con el respeto y atención que se merecen. Estas personas son una vergüenza para la universidad.

En la universidad los profesores además de enseñar tenemos también que investigar y no siempre es fácil compatibilizar ambas actividades. Es muy positivo que el investigador transmita a sus estudiantes la pasión por descubrir o cómo buscar una solución a un problema. Es evidente que no debería tener la misma carga docente el profesor con una fuerte actividad investigadora que aquel que no está investigando (ya hay formas de compensar al investigador asignándole una menor carga docente pero todavía son imperfectas). A veces hay la tentación de menospreciar la docencia frente a la investigación. Esto es un error y hay que reivindicar por igual el valor de la docencia y de la investigación porque ambas actividades son necesarias, dan prestigio a la universidad y son muy beneficiosas para la sociedad porque forman buenos profesionales y generan conocimiento. Tengo claro que no es mejor profesor el que más investiga sino el que mejor enseña.

Y volviendo al inicio quiero darles un abrazo a todos mis «ahijados/as» y desearles lo mejor en su futuro personal y profesional. En la vida, casi nada viene regalado pero con esfuerzo y un poco de suerte se puede llegar muy lejos y conseguir muchas de las metas que cada uno de nosotros se propone alcanzar.

Si a mi, cuando era estudiante de Biología en el Colegio Universitario de A Coruña, me dicen que algún día iba a llegar a ser catedrático de Bioquímica me hubiese partido el esternón de risa, sobre todo, porque suspendí Bioquímica a la primera. Así que si yo lo conseguí cualquiera puede hacerlo. Mucho ánimo y a comerse el mundo. Viva la Biología y, sobre todo, viva la vida.