Cuesta imaginarse a un Adolf Johansson o a una Fredrika Karlsson sentados en sus sillas en su leira al lado de la playa de Varamon en Ostergotland. Cuesta hacerse a la idea de ver a ese matrimonio sueco cobrando 3 euros por sacarle provecho a su terrenito. Y no dudo de que haya leiras en Suecia, pero allí no andan moviendo los marcos ni pasando la gorrilla, como sucede aquí. Heredar o tener en propiedad un cachiño de campo al lado de un buen arenal es un chollo que sale muy rentable porque se hace aún por lo bajini: de esa manera chafulleira que permite cobrar y ganar sin declarar un chavo. A 3 euros por coche, donde caben 200, ya se hacen un cálculo de lo que se puede rascar en un buen día de verano. Ese cheiro mafiosillo y cutre del negociete debería dejar paso a un servicio regulado, en buenas condiciones, con el seguro y los impuestos que nos tocan. A los gallegos, esta vez, nos conviene «hacernos los suecos».