Malabares

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

20 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Con motivo de las gestiones del Gobierno para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, se escucha en tertulias y se lee en artículos de opinión la analogía que presenta tan difícil tarea con los platillos chinos, esos malabares consistentes en hacer girar un montón de platos en la punta de un palo y mantenerlos todos girando sin que se caiga ninguno. 

El juego de los platillos tiene su origen en la China milenaria, hace más de 4.000 años, lo cual no es moco de pavo, y requiere de una gran destreza para ejecutarlo bien.

La analogía ilustra muy bien el desgaste y la dificultad que supone mantener tantos equilibrios precarios -algo parecido al quien mucho abarca poco aprieta de nuestro refranero popular-.

Pero el juego de los platillos chinos no es solo una analogía del momento político actual, es también una excelente metáfora de la vida en general.

Eso que llaman estrés no es más (ni menos) que una situación de alerta del organismo, que si se mantiene más allá de un tiempo razonable acaba volviéndose tóxica, abocando a múltiples trastornos de angustia y ansiedad acompañados de un estado de ánimo depresivo que puede derrumbarnos.

Tener un piloto de alarma encendido en la cabeza por cada preocupación cotidiana o extraordinaria que supone vivir es como tener un platillo chino girando en la mente. Una de las claves para entender por qué durante el confinamiento muchísimos cuadros de ansiedad mejoraron está en que dejamos de darle a tantos platillos porque muchos de ellos se cayeron solos. Se paró el mundo y se simplificó la vida.

Cuando uno pone a girar muchas escudillas a la vez es fácil que alguna se caiga por no llegar a darle cuerda a tiempo. Lo mismo ocurre con las relaciones sentimentales, las amistades, las aficiones, la familia, los compromisos y tantas otras cosas más que acostumbramos a poner a dar vueltas.

Lo difícil está en saber medir bien las fuerzas y renunciar a los platillos que hagan falta para poder mantener activos los más importantes. Algo parecido al sentido del viejo proverbio benedictino: «Coraje para luchar lo que haga falta por conseguir lo que deseamos, resignación para renunciar a lo que no se puede conseguir y sabiduría para saber qué cosas se pueden o no se pueden conseguir».

Aplicando los principios de los platillos chinos y la filosofía estoica a la negociación de los Presupuestos, se puede deducir tanto la dificultad como el temible error de cálculo que amenazan al presidente. Que la sabiduría le acompañe.

Y para el resto de los mortales, revisen los platillos, comprueben las fuerzas, elijan los posibles, descarten los insostenibles y tengan en cuenta que todos es imposible mantenerlos.