Los ERTE, la flexibilidad y las buenas noticias

Tomás Dapena Carabel AL DÍA

OPINIÓN

María Pedreda

30 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El acuerdo entre Gobierno, sindicatos y patronal para la prórroga del acuerdo sobre los expedientes de regulación de empleo es una buena noticia. Es una buena noticia, porque en materia social, el acuerdo es un valor en sí mismo. Los firmantes, conocedores de las múltiples realidades que afectan a las relaciones laborales, son capaces de fijar un marco asumible para todos ellos y eso, con la situación de crisis que estamos viviendo -y que viviremos, lamentablemente- rebajará la tensión social y permitirá a las empresas centrarse en el mantenimiento del empleo y en la generación de riqueza.

Es una buena noticia que los ERTE por fuerza mayor y ETOP (por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción) se prorroguen hasta el 31 de enero y se evite el tener que hacer unos nuevos ERTE-ETOP que solamente servirían para colapsar de nuevo  la Administración y  las empresas, sin aportar nada relevante a los trabajadores.

Es una buena noticia la mejora en la concepción y regulación de los ERTE por rebrote que serán aplicables a las empresas que sufran limitaciones derivadas del covid y ajenas a su voluntad.

Según se ha ido sabiendo, se acaban las exoneraciones de cuotas de Seguridad Social para los trabajadores activos de los ERTE por fuerza mayor y esto será una dificultad para algunas empresas, aunque también será un alivio para las arcas públicas que se nutren de los contribuyentes.

Debemos reconocer que, aunque con improvisación y con algunas decisiones mal tomadas, se ha conseguido adaptar la normativa ERTE a la situación covid. Actualmente tanto la izquierda como la derecha y también los agentes sociales reconocen el éxito de los ERTE como mantenedores de la viabilidad empresarial y garantía de mantenimiento de empleo.

Esta lamentable pandemia quizá nos sirva para que los agentes sociales y, especialmente, los poderes públicos, cooperen en profundizar en unas relaciones laborales con una mayor flexibilidad, bien entendida, que permita que empresas y trabajadores se adapten de modo ágil a las realidades que surjan en cada momento. Esta flexibilidad, lejos de ser destructiva, salva empresas y puestos de trabajo.