«La solución a la pandemia se ha convertido en un espectáculo contrarreloj entre farmacéuticas»

Cartas al director
Cartas al director CARTASALDIRECTOR

OPINIÓN

PFIZER

21 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Vacuna obligatoria

Señor Feijoo, que su adelanto en cuestiones varias haya dado como resultado la excelencia no es óbice para que calme su entusiasmo, desbocado quizá por una buena racha, para no caer en el error de creerse siempre el primero. Parece que también quiere ser el primero en vacunar por ley sin consentimiento, lo cual nos haría sospechar que el partido, en vez de avanzar, retrocede, aunque siempre nos concedería el beneplácito de no poner la vacuna en caso excepcional de reacción inminente, haciendo honor a la rara ciencia innata que prevé hoy una secuela mañana. No debe un presidente que se precie anteponer la voluntad de querer ser el primero al derecho a elegir de todo un pueblo. ¿Estará usted allí si me sienta mal la experiencia o solo si me libra de esta pandemia? Aunque bueno, también sentó dictatorciencia el presidente Putin al probarla en su hija primero. Luis Cabaneiro. Lugo.

La guerra de las vacunas

Cuando el virus ataca en la segunda ola, comienza la guerra de las vacunas. Todos nos entusiasmamos ante los titulares: la vacuna ya está cerca, la estamos rozando. A pesar de la alegría, casi un 49 % de las personas dudan sobre su seguridad y eficacia, y aseguran que no se la pondrían. No me sorprende, dada la filosofía que rodea a las vacunas: ganar tiempo y ser el primero. Pero, ¿a costa de qué? ¿De la calidad? ¿De nuestra seguridad? Estamos hablando de la salud. La competitividad en que están inmersas las farmacéuticas y laboratorios frivolizan la necesidad de una vacuna válida y segura, consiguiendo afianzar el escepticismo de la gente. A nosotros nos da igual si es de Pfizer o Moderna, pero no nos da igual que entre las candidatas se hayan montado una carrera de competición. La solución a una pandemia mundial, que ha podido con muchas vidas se ha convertido en un espectáculo a contrarreloj entre farmacéuticas e incluso países. Como decía mi madre «vísteme despacio que tengo prisa». María Armisén. Barcelona.