Salvar a los mayores, blindar residencias

Carlos A. G. Príncipe LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Jesús Hellín

21 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada trajo muy buenas noticias para los seres humanos que en todo el planeta estamos sufriendo la infección por SARS-CoV2. No respeta fronteras, sexos, clases sociales ni razas, pero el virus sabe muy bien usar la edad para hacernos más daño.Sabemos ya que habrá vacuna y que será eficaz. La cuestión ahora es definir qué debemos priorizar para tener menos daños.

El tiempo que llevamos desde enero, cuando apareció este coronavirus en nuestras vidas, nos ha permitido aprender que, además de las patologías previas, el factor fundamental que va a predecir la vida o la muerte es la edad de las personas infectadas. Sabemos que a partir de los 70 años se dispara la mortalidad, que más allá de los 80 años supera el 20 %. Sabemos también que más de la mitad de las personas fallecidas en España y Galicia desde la declaración de pandemia han sido personas mayores de 70 años, con predominio de varones, y hemos aprendido dolorosamente que cuando el covid-19 entra en un centro sociosanitario más del 25 % van a exigir cuidados hospitalarios y, muchos de estos, cuidados intensivos, la mayoría con desenlace fatal.

No tenemos aún un medicamento que garantice la curación, por lo tanto esperando la vacuna nuestra responsabilidad moral mas importante es evitar que el covid-19 entre en los grupos de población más sensibles a esa infección y que tienen más riesgo de fallecer, los mayores de 70 años.

Claramente tenemos que recurrir al aislamiento, pero al aislamiento prioritario de aquellas personas de nuestra sociedad que tienen más riesgo de morir. Tenemos que blindar a nuestros mayores en nuestros domicilios y en nuestras familias, y eso es responsabilidad individual, pero hay miles de mayores en Galicia y cientos de miles en España que están en centro sociosanitarios legales. La mayoría, concertados con las administraciones públicas, gozan de unos estatus administrativo y jurídico otorgados por los distintos poderes públicos, y por tener esas licencias de funcionamiento consiguen la confianza de familiares y residentes que deciden vivir allí.

Pues bien, ha llegado el momento de actuar con firmeza, con prontitud y con respeto al interés general y al bien común de nuestra sociedad. Ha llegado el momento de blindar los centros de mayores. Tenemos que intentar impedir que entre el SARS CoV2 allí, porque, una vez que entra, su propagación, como estamos constatando todos los días, es imparable.

¿Cómo podemos impedir su entrada en nuestros centros de mayores? Una solución que ya se vio que da buenos resultados sería enclaustrar a personal y residentes hasta que pase la ola epidemiológica. Se ha hecho en bastantes situaciones y ha funcionado. Me temo que esta solución heroica no se la podemos pedir a los miles de trabajadores que cada día cuidan a nuestros mayores.

Aprovechemos pues los recursos científicos que tenemos a nuestro alcance: test de antígenos, coste 5 euros, resultados en 15 minutos, fiabilidad del 90 %.

Propongo que las administraciones competentes articulen un mecanismo que permita que, antes de entrar una persona, trabajador asistencial, sanitario o familiares en un centro sociosanitario, sea sometido a la prueba del test de antígenos, homologado por las autoridades europeas, de tal modo que los infectados, sintomáticos y asintomáticos, no puedan contaminar a la comunidad de residente, porque el virus viene de fuera, no se origina en las residencias.

Por supuesto, además de este blindaje habrá que garantizar el adecuado funcionamiento de los centros, con el efectivo cumplimiento de las normas de higiene y distancia social, que ya estamos viendo que no se cumplen siempre, para vergüenza de nuestras autoridades y de nosotros mismos.

Lo que no se puede hacer es dejar que todo siga igual y que el coronavirus campe a sus anchas, mientras los test de antígenos se pudren en los almacenes y nuestros servicios de inspección llegan tarde y mal.

Actuemos ya, decretemos el blindaje de los centros sociosanitarios. Hagamos obligatoria una prueba de test de antígenos a todos los que vayan a entrar en esas instituciones. No podemos seguir impávidos viendo infectarse uno tras otro nuestros centros de mayores y perdiendo vidas que se podían salvar.