Aquellos chicos tan salados

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

15 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Una concentración en Sol, donde surgió. Esa va a ser hoy la celebración del décimo aniversario del 15-M, del que floreció una formación política que llegó al Gobierno y dio aire a otra que a punto estuvo de hacerlo. Ambas removieron los cimientos de la política española. Por eso a politólogos y estudiosos les queda la ingente tarea de analizar el fugaz recorrido que la llamada nueva política tuvo en nuestro país, solo equiparable al de UCD.

Porque, hace nada, los inventores y líderes de esa tendencia, surgida de plazas y calles, iban a cambiar el mundo. Con gran frescura y desparpajo, dos treintañeros, nos hablaban de rematar al bipartidismo e iniciar una etapa marcada por la ética y el buen proceder. Apegada a la ciudadanía. Una nueva forma de hacer política. Pero, una década después, el uno está dedicado a la canción y el otro en jubilación anticipada. Y hasta aquí llega el recorrido de unos chicos muy salados y sus proyectos, que ilusionaron con un nuevo tiempo y que acariciaron el sorpasso al bipartidismo.

¿Qué ocurrió para este declive? ¿Qué pasó para que el movimiento 15-M, es decir, Unidas Podemos y Cs, hayan perdido gran parte de su fuerza y les vengan tiempos difíciles? No consiste en hacer leña del árbol caído, pero los errores se pagan. Los bandazos ideológicos y estratégicos y la avaricia acabaron con los propósitos de Rivera, que hoy podía ser vicepresidente del Gobierno, pero se creyó un redentor planeando incluso desbancar a Sánchez. Y el error de Iglesias, el político más insultado y acosado de la democracia, fue un liderazgo excesivo, escaso debate y querer ir demasiado lejos, cuestionando y arremetiendo contra todo, en un país que no está para revoluciones. Formó parte de un Gobierno como si no estuviera en él. Y se situó en el establishment, sin reconocerlo.

La historia juzgará con severidad el recorrido de estos ilusionantes proyectos, al igual que el papel de sus líderes, marcado por errores, prisas y un afán enfermizo de protagonismo. Y dirán que, en una década, la nueva política se ha vuelto vieja. Y que aquellos chicos tan salados, que contaban unas cosas tan fascinantes, se tornaron aburridos, insensibles y sordos. Como los de la vieja política.