Tengo 80, me desperté a su lado y supe que nadie me había robado todo en el último año

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Santi M. Amil

16 jun 2021 . Actualizado a las 11:57 h.

 El mejor año de mi vida

En cuanto me desperecé tuve constancia de que había llegado el día de soplar ochenta velas. Era domingo y los primeros rayos que se filtraban por la persiana de mi habitación anunciaban un día soleado y de temperatura agradable. Enseguida planifiqué mentalmente lo que quería que fuese la jornada: desayunaría pausadamente con mi mujer escuchando música clásica y compartiendo las noticias de la prensa dominical, esperaríamos la llegada de nuestros nietos para llevarlos a la playa a empaparnos de salitre y juegos en la arena. A mediodía, disfrutaríamos en el chiringuito de cañas previas a una tortilla de patatas a la sombra y de una sobremesa infinita llena de anécdotas, tarta de cumpleaños, licor café y risas sin prisas, en compañía de toda la familia. Y, al ponerse el sol, bajaríamos a una terraza a disfrutar de una noche cálida y apacible, alternado con los veteranos del barrio.

El sonido del despertador me sacó abruptamente de mi ensoñación. Y en cuanto vi la mascarilla en mi mesita de noche supe que no podría hacer nada de lo que había soñado para este mi gran día. Y fui consciente de todo lo que me había robado esta maldita pandemia en el último año. Hoy cumplo ochenta años. No sé los años que me quedan por vivir. Seguramente no serán muchos y difícilmente van a ser mejores que el que acaba de pasar, en cuanto a mi estado de salud se refiere. Por lo tanto, el covid seguramente me ha arrebatado el mejor de los años que me quedan por vivir. En ese momento, sentí a mis espaldas como se giraba en la cama apurando un ratito más de sueño mi mujer desde hace cincuenta y cinco años, mi amor y mi compañera de toda una vida. Y me sentí feliz y dichoso: no me lo habían robado todo en el último año. Ni mucho menos… Antonio González Fernández. A Coruña. 

Barra libre para las eólicas mientras sube la luz

Soy partidario de las energías renovables porque el Planeta es el barco en el que vamos todos. Pero, la proliferación de parques eólicos y huertos solares a discreción, de forma aleatoria, unilateral, pensando solo en los beneficios de unos cuantos sin tener en cuenta los intereses de los afectados, el paisaje, la flora y fauna, la agricultura, ganadería y demás actividades, la fragmentación del territorio, etcétera es un claro caso de abuso, despotismo y falta de respeto intolerables. Y aquí no solo hay empresas involucradas, codicia por parte de algunos y complicidad de la Administración. Ese hipotético El Dorado en el fondo es pan para hoy y hambre para mañana. Es necesario regular y evitar que el recibo de la luz cada día sea más y más caro. Hoy por hoy, algo no me cuadra. José García Cortijo. Ferrol.

De las telefónicas y otras empresas

Desde que salieron a la palestra los móviles, es de verdadera pena observar a ciudadanos manejar libremente un teléfono cuando tienen problemas con el mantenimiento de su familia por falta de recursos. Pero el teléfono que no falte. «No tenemos para pan y compramos estampitas. Al hilo, ¿cómo puede permitir un Gobierno con algo de criterio que estas grandes compañías, como las energéticas, hagan a su antojo lo que les dé la gana y suban con engaños las tarifas. Todo tiene una explicación: cuando estos ministros dejan su cargo estas empresas los incluyen en sus consejos de administración y así siguen chupando de la canoa. Jacinto Falqué. Vigo.

  Pais e fillos, fillos e pais

Cando pasan cousas como as que estamos a ver estes días que nos rasgan o corazón, todos pensamos nos nosos fillos, nos nosos pais, como un pai pode facer dano os seus fillos. As bágoas non se aguantan nos ollos... Os que somos pais sabemos ben canto lles queremos, sabemos o que sente o noso corazón, que é o mesmo que sentía o corazón dos nosos pais por nós. Entre todos temos que facerlle entender a quen aínda non o sabe o que é a igualdade, o respecto, a liberdade... e que aprendan a escoitar o corazón. Descansen en paz Anna e Olivia que tiveron a mala sorte e a desgraza de ter un pai sen corazón. Jorge Guerreiro Martínez. As Pontes.