«Luisvis» de Tamara Ayuso

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo

16 jun 2021 . Actualizado a las 08:46 h.

Hay un deje pijo con tendencia gutural y diminutivos exuberantes que desata un magnetismo hipnótico tan pegajoso como el pichi del Prestige. Sus practicantes tienden a formar neologismos que zumban como un sonajero y que tienen la virtud de barnizar de celofán cualquier concepto del que traten, por arisco que este sea. El más reciente es ese primer luisvi que una madre catalana le regaló a su hija tras un parlamento digno de ser exhibido en las clases de oratoria, con un desenlace inesperado propio de la fiera de mi niña. Aparece en esa pieza de TikTok de Nuria Pajares y su niña Mery Con E todo el corpus teórico del ademán que está de moda esta temporada. Bien de filtro en la pantalla, un timbre de voz dulzón con picos de confitura gruesa y una pachorra de clase alta en la que se intuye que nada de lo humano les incumbe.

Tras darle al rewind un par de veces y admitir que la secuencia es narcótica reconoces el estilo y confirmas que esos gorgoritos de Mery Con E tras toparse con su primer luisvi en la pantalla los has visto antes. Es la vida sin filtros, sin iva ni letra pequeña de Tamara Falcó, otra prota de la serie del momento que dice sin vergüenzas que en su casa hay catorce baños «y a veces no son suficientes», que en ocasiones se sorprende ella misma con lo pija que es o que gestiona un conflicto íntimo entre la vanidad y la verdad.

Pero es que es también el gesto alzado de Isabel Ayuso, con su descaro arremangado y esa insolencia de niño deslenguado que le cae bien a las visitas y amenaza con perrenchas en cuanto la puerta de la calle se cierra. Es entonces cuando sospechas que quizás estéis amamantando a un monstruo que se ciscará en todo gracias a la gasolina de 98 en la que destilan tantos y tantos parabéns.