Híbridos ortográficos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Oscar Vázquez

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ya años que de lejanas tierras nos mandaron noticias de la existencia de un nuevo tipo de seres, los piratas informáticos, a los cuales les daban un extraño nombre, hacker. La cosa, como todo el mundo sabe, fue a más, y esos bucaneros el siglo XXI que surcan el ciberespacio acabaron entrando en el Diccionario. Ahí están en su forma inglesa, hacker, desde la que se remite a la adaptación del extranjerismo al español, jáquer. No muy lejos de ellas están jaquear y hackear, genuino monstruo ortográfico este que el lexicógrafo escribe en letra redonda pese a que contiene una secuencia ck impropia del español.

Híbrido ortográfico es el nombre de este tipo de palabras, que el profesor y académico Salvador Gutiérrez Ordóñez analiza en un minucioso estudio publicado en Crónica de la lengua española 2020. Los clasifica en tres grupos, en función de cómo se han formado: una base extranjera y un sufijo español, que dan lugar a un derivado híbrido (jazz + -ista = jazzista); una base extranjera y una española, que forman un compuesto híbrido (espanglish); y una base extranjera y una forma de plural española, de las que sale un híbrido de flexión (el plural del italiano pizza, pizze, se convierte por aquí en pizzas).

La inclusión en el Diccionario de algunos de esos híbridos, impulsada por su gran uso, choca con los criterios lingüísticos, pues rompe el sistema de correspondencia de sonidos y letras propio el español. Si la pronunciación de jazzista -en redonda en el Diccionario- como [yasísta] se considera española, habrá que atribuir a la j el sonido de la y, además del suyo propio. Aunque este tipo de híbridos sí se admiten cuando la base extranjera a la que se añade un sufijo español es un topónimo o un antropónimo, lo que muchas veces da lugar a una pronunciación mixta: flaubertiano [flobertiáno], gaullista [golísta], shakespeariano [shekspiriáno].

El mayor obstáculo para combatir las hibridaciones es la imagen gráfica que tenemos de ciertos extranjerismos. Cuando habla, la gente emplea sin problemas voces como puentin, jáquer o balé, pero en general es reticente a emplear esas grafías, pues tiene grabadas en la retina las formas puenting, hacker y ballet. Quizá la mejor forma de evitar que se lleguen a grabar sea ofrecer, tan pronto como aparezcan, alternativas españolas o adaptaciones correctas.