Matones contra alelados

Manuel Blanco Desar ECONOMISTA Y POLITÓLOGO, AUTOR DE «FRATERNIDAD EUROPEA»

OPINIÓN

Anush Janbabian | Efe

26 ene 2022 . Actualizado a las 08:50 h.

Por su cultura, Rusia es un país europeo. Cuando se democratice debería ingresar en la UE, si el sufrido pueblo ruso así lo decide libremente. No confundamos a los pueblos y sus ciudadanos con las camarillas que los dominan. La tiranía zarista, la comunista y ahora los chicos del KGB no son Rusia. Sí lo son Dostoievski, Tolstoi, Tchaikovski, Solzhenitsyn, Mendeléyev y tantos otros ilustrados que prefirieron la luz a la oscuridad, la libertad a la servidumbre.

La banda del KGB no quiere terminar como la Securitate rumana, ni marginada como la Stasi. Normal. El instinto de supervivencia es consustancial a todo ser vivo. Lo que más cuesta entender no es que los malvados sean pérfidos, sino que los benéficos sean tan lelos. Lelos somos nosotros, los europeos, que invertimos en defensa hasta cuatro veces más que los de la KGB y no nos sirve ni para disuadir.

Según datos de la OTAN, la suma de los presupuestos de los minúsculos estados europeos en defensa ronda anualmente los 200.000 millones de dólares. Rusia destina 50.000. Estados Unidos juega en otra liga, superando los 600.000 millones. La cuestión es que el fraccionamiento europeo nos convierte en enanos que enredan a los soldaditos, con muchas bandas de música para rendir honores y nula capacidad estratégica. Comparar el PIB de la UE con el de Rusia da vergüenza, porque el europeo es diez veces superior.

Hay que espabilar. Los norteamericanos se están cansando de protegernos de nuestra abulia e indolencia. En sus memorias, Jean Monnet elogia los esfuerzos de De Gasperi por construir un ejército europeo que emasculase al sanguinolento nacionalismo, que tantas vidas segó desde las guerras napoleónicas hasta 1945. «El ejército no es un fin en sí, es el instrumento de una política exterior y está al servicio de un patriotismo. El patriotismo europeo se desarrollará en el marco de una Europa federal», pone Monnet en boca del italiano nacido austríaco.

Ya sabemos cómo terminó ese intento de crear un ejército europeo. Stalin lo boicoteó a través de sus agentes franceses, compinchados con chovinistas de toda laya. Así hasta hoy. Estamos en manos de los matones de la KGB y de la providencia norteamericana. Si los matones avanzan, ¿por qué pararse en Ucrania? Hasta Gibraltar tendrían el camino expedito. De modo que no nos lamentemos de la maldad de los malvados y preguntémonos sobre nuestra idiocia.