Salvad al soldado Corrubedo

Juan Ramón Vidal Romaní ACADÉMICO NUMERARIO DE LA REAL ACADEMIA GALEGA DE CIENCIAS

OPINIÓN

Medio Ambiente

08 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La duna de Corrubedo, en el parque natural del mismo nombre en Ribeira, se halla en estado agónico. Las terribles imágenes hechas con dron muestran que lo único que retiene lo que queda de arena es la vegetación que ya crece en su parte superior. Pero los surcos transversales perpendiculares a la cresta barjanoide (se llaman corredores de tormenta) indican un deterioro severo por el viento, que siempre erosiona pero que, si además no trae arena para reponer lo que se lleva, destruye el edificio eólico. Se puede ver el mismo proceso en todas las playas de Galicia, desde la playa de Rodas a las de Louro, Carnota, Baldaio, Traba, Barrañán, Frouxeira. Todas están afectadas por la erosión eólica sin reposición de arena. Y no hay arena porque la subida del nivel del mar, solo en los últimos 15.000 años, ha sido de más de 120 metros. La Consellería de Medio Ambiente ha elegido una mala solución: destruir la cubierta vegetal, talando los pinos que crecen en los alrededores de Corrubedo. Pero, a día de hoy, lo que retiene la arena es la vegetación. Y si la eliminan, el viento se la llevará y seguirá erosionando la duna. La solución puede ser aportar arena que recubra la franja situada entre el margen oeste de la duna y la estrecha playa de Corrubedo. Eso supondría un obstáculo para el viento, que además de erosionar los aportes de arena incrementaría la altura de la duna, garantizando su supervivencia. Otra alternativa es rezar para que baje el nivel del mar. Pero destinar 380.000 euros para frenar la vegetación no va a servir de nada.