«Feijoo necesitaba estudiar inglés, ahora también precisa ponerse al día en teología»

OPINIÓN

Sergio Pérez | EFE

31 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Feijoo y el ataque yihadista

Tras el ataque sucedido recientemente en Algeciras, por el que un hombre de origen marroquí de 25 años asesinó a un sacerdote e hirió a otras tres personas, Alberto Núñez Feijoo ha proclamado la superioridad de la religión católica sobre las demás, porque, ha destacado, los católicos no matan en nombre de su religión. Confunde islamismo con yihadismo; sostiene que los cristianos hace muchos siglos que no matan en nombre de la religión… ¿Se olvida o desconoce lo que ocurrió hace nada en el Líbano o en los Balcanes? ¿Pasa por alto nuestra Guerra Civil, en la que la Iglesia católica española apoyó el Movimiento y calificó la guerra de «cruzada» y «guerra santa» en defensa de la religión y adjudicando a los golpistas y a Franco legitimidad religiosa?

En cualquier caso, sea por ignorancia o despiste, sus declaraciones y posterior matización no ayudan a la convivencia. Como Vox, estigmatiza a musulmanes e inmigrantes. Soy consciente de que Feijoo necesitaba estudiar inglés, pero ahora también precisa ponerse al día en teología. Lino Saborido Rial. Boiro.

El asesinato en Algeciras

Un marroquí, inmigrante ilegal en España, pendiente de expulsión, asesina en Algeciras a golpe de machetazos a un sacristán, e intenta hacer lo mismo con un sacerdote. Hasta aquí lo que nos cuentan las noticias. Dolor y rabia entre la gente de Algeciras,

estupor e incredulidad en el resto de España. Con este panorama, alguien con buen criterio ha ligado la inmigración ilegal con este atentado yihadista, presentes ambos componentes en este brutal asesinato. Una ministra del Gobierno que representa a los antisistema ha declarado que algunos lo han aprovechado para «extender el odio contra un colectivo que ya de por sí está muy estigmatizado». Mi asombro fue comprobar que se refería al colectivo inmigrante ilegal. Y mi pregunta es: ¿ha pensado en algún momento en el «colectivo de sacristanes»? Porque este hombre era un creyente, católico, trabajador español, que vivía pacíficamente en su país, que no hacía mal a nadie y que era muy apreciado en su entorno, y que murió defendiendo valientemente al resto de la gente que rezaba en la iglesia. El sacristán asesinado cobardemente se llamaba Diego Valencia. Él pertenece al colectivo de «héroes de a pie»: trabajan, cotizan y crean familias. Santiago Díaz-Pache Montenegro.

No todo vale

Es evidente que el trumpismo, como todos los populismos, de derecha e izquierdas, es un peligro que nos acecha. Cuando se oyen cosas como «Gobierno ilegítimo», «banda criminal del señor Sánchez», «amigo de terroristas y separatistas», etcétera, se está sembrando un clima social y político lleno de minas. Porque para que haya violencia primero hay que sembrar odio, y después viene la violencia verbal (insultos, descalificaciones personales, mentiras) y luego la física. Como ejemplo, lo ocurrido en EE.UU. y Brasil.

La oposición tiene muchos motivos para criticar al actual Gobierno: los okupas, los pisos turísticos, los taxis piratas, la política que no regula la inmigración, la nulas medidas para la vivienda pública, el despotismo al imponer las energías renovables y el coche eléctrico, las enormes desigualdades salariales, el abandono de la sanidad pública, la enseñanza..., así como gobernar con leyes que solo favorecen al Estado y los monopolios mientras que dejan indefensos al ciudadano de a pie. Señores, no todo vale, ni para hablar ni para actuar. José Garrido Cortijo. Vilarmaior.

Esperas y atención en la Administración

Viernes, 27 de enero. A las 9 de la mañana me presento en la comisaría de policía de Viveiro sin cita previa y con el fin de actualizar mi DNI electrónico. Me atiende un amable y educado policía y me dice que introduzca mi DNI en la máquina que está entrando a mano derecha y que siga las instrucciones en la pantalla. Al poco rato, reclamo su atención porque no me lee las huellas dactilares. De inmediato me presta su ayuda. Con suma paciencia, lo intentamos unas quince veces hasta que por fin leyó las dichosas huellas y pude consumar la operación. Perplejo por su atención, le pedí su nombre, me dijo que se llamaba Antonio. Le di las gracias y le dije que no era habitual encontrar un funcionario que atienda a los ciudadanos como él lo había hecho. Vicente Fernández Iglesias. O Vicedo.