Que vuelvan las cartas

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

M.MORALEJO

01 feb 2023 . Actualizado a las 09:22 h.

Si durante la pandemia hubo quien dio rienda suelta a su alma inquisidora y aprovechó que nos habíamos quedado sin apenas derechos para dejar libre al policía de balcón que llevaba dentro, en la post-pandemia hay quien se resiste a derogar normas que impusieron la distancia social y el miedo al virus y que hoy delatan al oportunista que también muchos llevan dentro.

Ahí están los organismos oficiales que insisten en la cita previa en un país de viejos, pero poco se habla de la desaparición de las cartas de los restaurantes, sustituidas por ese paralelepípedo relleno de puntos que antes del covid era una extravagancia tecnológica en decadencia y hoy una respuesta inevitable que casi todos los hosteleros se resisten a abandonar. El fastidioso QR nos mantiene a todos con el móvil en ristre apuntando a una mesa, lo que implica tener un móvil, con batería, saber usarlo, querer usarlo, que la luz del local sea la adecuada, que lleves las gafas de chosca y que tengas conexión digital. Cinco condiciones que muchas veces no se cumplen pero que casi todos los restaurantes, figones, barzuchos, tascas y tabernas dan por toleradas con una presunción de idoneidad cabreante.

Olvidan estos inquisidores del QR que la carta es una gran herramienta vinculada a la igualdad que trajo consigo la revolución francesa, un invento gracias al cual los comensales podían elegir plato y conocer su precio una vez que se impuso el servicio a la rusa, en el que las preparaciones se iban ofreciendo una después de la otra. Por las cartas se conoce al dueño del local y sus intenciones, si es esmerado o patán; si ofrece poco y bueno o demasiado y malo; si es cursi, moderno, pretencioso o un hortera del quince. Con la excusa del covid, estas cartas parecen tener un futuro tan infeliz como las otras, las que también echamos de menos en los buzones.