Maltrato psicológico
La primera vez que lo viste ser borde con tu amiga te mantuviste al margen, esperando la reacción de ella, pero solo viste que bajaba la mirada y acataba resignada el comportamiento de su novio. Cuando días después te tocó ver cómo le levantaba la voz, sentiste tanta vergüenza ajena que intentaste templar los ánimos cambiando el tema de conversación.
Después ya te diste cuenta de que continuamente menosprecia sus logros, que con ella a menudo utiliza un lenguaje hiriente, que la humilla y la desprecia. Eso sí, alternando todo ello con exacerbadas muestras de cariño, siempre dejando en ellas muy claro que él es lo mejor que le ha pasado a ella en la vida.
Hace tiempo que notas que ella no es ella, si ser ella supone enfadarlo a él; mientras constatas que por no querer hablar de su relación, ni contigo ni con nadie, tu amiga cada vez está más aislada de ti, del resto de amistades y de su familia. Cada día que te despides de ellos, te sientes cobarde por mirar para otro lado, mientras te angustia pensar que si así la trata en público, cómo lo hará cuando están a solas.
Hace unos días te tocó escuchar el primer insulto. Convencida de que para ella no era el primero, hablaste con su familia y la animasteis a denunciar. Ella dijo que ni hablar… Piensas que quizá ya es tarde. Pero nunca es tarde para denunciar a un miserable. Toné González Fernández. A Coruña.
Que Gobierne Rocinante
La presidenta del Congreso culpa al ex ministro Ábalos por su falta de credibilidad y rigor en el caso de las mascarillas fake. Este, al intermediario de la infame amnistía —Santos Cerdán— debido a la filtración de datos personales confidenciales. Yolanda Díaz cree una «locura» abrir restaurantes hasta la 1 e la mañana. La esposa del presidente posee una cátedra excepcional en la Complutense sin tener una titulación homologada y ha dirigido un instituto para apoyar el emprendimiento en África, casualmente focalizado en Marruecos. Mientras, los policías antidroga pliegan su contingente con lanchas inflables propias de mis sobrinos. Si se levantase Don Quijote, le espetaría a Sancho: «Querido Sancho. veo molinos de viento prevaricando por toda La Mancha, deja que gobierne Rocinante». Óscar Costas. A Coruña.
Soledad
Esa es la terrible palabra que nadie quiere escuchar, o al menos sufrir en sus carnes. Soledad. Como la de Ábalos, que va restregando su pena por todos los platós de televisión lamentándose de que sus compañeros, y sobre todo su jefe y amigo, lo hayan dejado tirado en estas horas tan aciagas. Mientras, casi todo el mundo se pregunta cómo pudo haber ocurrido tal cosa y se discute sobre si debe haber algún tipo de responsabilidad política.
Sin embargo, ya nadie se acuerda de la verdadera soledad. Esa que sufrieron los familiares y amigos de los fallecidos durante la pandemia. La misma que sufrió todo el personal sanitario que se encontró sin medios ni respaldo, recibiendo tan solo unos efímeros minutos de apoyo al día, cuando se salía a los balcones a aplaudir su labor. La soledad la conocemos todos, pero nadie como esas personas que fallecieron sin poder despedirse de sus seres queridos y sin estar acompañados. Seguramente, lo último que vieron fue el resplandor de un respirador (en el mejor de los casos) y la cara triste y agotada de una enfermera o enfermero.
La trama Koldo tiene ramificaciones que desconocemos. No sabemos hasta dónde puede llegar, aunque también nos lo podemos imaginar. Que sus participantes tendrán responsabilidades jurídicas, tal vez. Que tendrán responsabilidades políticas, seguramente. Pero haber negociado con la vida de otras personas es una responsabilidad moral que muchos no podremos olvidar. Luis Asenjo Pérez. Vigo.
Los que vale un título universitario
En la España contemporánea se dice que un título universitario es crucial, pero su valor en la mayoría de casos no deja de ser el de una medalla decorativa para el currículo. Más que una garantía de empleo, en el mercado laboral actual, donde todos competimos para aspirar a un sueldo mileurista, la educación superior ya no es un logro distintivo. La cruda realidad que nos toca afrontar es la de una España donde el alcance a los altos puestos queda reservado al enchufe en las altas esferas; y a la gente corriente solo nos queda esperar que lleguen tiempos mejores. Arnau Amo Sánchez. Paret del Vallés (Barcelona).