Amistades peligrosas

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

Francis Chung | EFE

10 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo más triste de la decepción es que nunca proviene de tus enemigos. Lo vivió en carne propia Julio César, cuando vio a Bruto entre la manada que lo apuñalaba. Al final no recordaremos las palabras de los contrarios, sino los silencios de los que están o deberían estar con nosotros, vino a decir Luther King. Las amistades por interés son de poco recorrido y tienen el valor de una moneda falsa. Solo se sostienen si el agua fluye hacia su molino. Aceleran con los vientos favorables y flaquean con la calma. Parecía que Elon Musk y Donald Trump habían establecido una alianza que se iba a comer el mundo en cuatro dentelladas y en una vuelta de hoja acaban a mordiscos entre ellos. Tenía mi abuelo un perro muy bueno y manso. Permitía todas las fechorías que una mascota puede aguantar a unos niños. Y lo hacía con una paciencia franciscana. Sin embargo, cuando le tocabas el cazo de la comida rosmaba enfurecido y soltaba mordidas al viento en tono amenazante. Trump osó tocarle la cartera a su colega de motosierra, que reaccionó encolerizado a un plan presupuestario y fiscal del mandatario. Así, se ha desatado una guerra de egos cuyos ecos llegaron a Marte mucho antes que los ingenios espaciales del hombre más rico del mundo. La pelea le ha costado al empresario un tráiler de millones. Siguen los garrotazos dialécticos, hasta el punto de que hay republicanos que quieren aplicar la cuña de la misma madera política, las repatriaciones, y piden la del sudafricano. Y Musk enfanga a su oponente con el caso Epstein y vídeos en los que aparece rodeado de chicas. Todo elevado de temperatura. Tan caliente que un día se queman.