«Quien quiere pasar despreocupado por puertas abiertas ha de cerciorarse primero de que dinteles y jambas estén bien ajustados». Sentido de la realidad y de la posibilidad pedía Musil al hombre sin atributos, hace más de un siglo. En estos momentos en que periódicamente emergen debates latentes y postergados sobre la financiación de los servicios públicos, en los que las respuestas que se ofrecen casi siempre suelen girar en torno al cuánto y a las posiciones relativas, cabría plantearse si este el único escenario posible. Cambiar de respuesta es evolución, cambiar de preguntas es revolución, decía hace años el añorado Jorge Wasenberg.
En este camino siempre es un auxilio el contexto comparado. Escenario 1. Estos días se ha presentado en Bruselas por la Comisión Europea el Marco Financiero Plurianual para el período 2028-2034, que nos tendrá ocupados en el proceso negociador durante al menos dos años para decidir el destino del 1,26 % del PIB de la UE, lejos del anhelado 2 %. Uno de los muchos aspectos relevantes de este inicio del proceso negociador es el peso que se le otorga a la financiación basada en rendimiento. La primera categoría del nuevo marco presupuestario «simplificado» de la UE está centrada en los Acuerdos de Asociación Nacionales y Regionales, en los que se ahondará en el vínculo entre financiación y cumplimiento de reformas, un paso más en el camino iniciado con las reservas de eficacia en el pasado, que con los NextGen transitó a hitos y objetivos y a los que el Tribunal de Cuentas Europeo, en sucesivas ocasiones, la última este año, pidió transitar hacia una financiación basada en rendimiento, en los impactos generados. Asistimos a un proceso de cambio radical en la forma de entender la financiación entre jurisdicciones. La pregunta pasa de la capacidad de absorción de los fondos —el cuánto—, a la capacidad de cumplir los programas propuestos, a la innovación y a la mejora continua y evaluada —el para qué y los porqués—. El foco habitual transita de las noticias en torno a la aprobación de los presupuestos, a la rendición de cuentas sobre la evaluación de sus resultados. El día de la rendición de cuentas le llaman en los Países Bajos todos los meses de mayo.
Escenario 2. Hace poco más de un mes en Reino Unido se presentó la «Spending Review», una hoja de ruta de mandato de las principales prioridades de gasto y de ingreso del Gobierno británico. Más allá del debate en torno a las prioridades, resulta llamativo el énfasis en la mejora de la productividad del sector público y los planes de eficiencia departamental a través de los que se prevé reorientar prioridades de 14.000 millones de libras para el período 2028-2029.
Escenario 3. Volvamos a lo local. El Tribunal de Cuentas de España en su análisis del ingreso mínimo vital acaba de destacar que esta prestación adolece de un efecto «non take-up» del 60 %, es decir, solo llega al 40 % de aquellos a los que estaría destinado.
Quizás convendría atender a las preguntas que no suelen importar, quizás en ellas encontremos la solución.