Gaza: lo llaman ayuda, pero es una masacre orquestada

Ramiro García ENFERMERO. HA ESTADO EN GAZA DOS MESES COMO RESPONSABLE MÉDICO DE MÉDICOS SIN FRONTERAS

OPINIÓN

María Pedreda

19 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El 1 de agosto, el mismo día en el que el enviado especial de Estados Unidos para Oriente Medio visitaba en la Franja los puntos de distribución de la autodenominada Fundación Humanitaria de Gaza, Mahmoud Jamal Al-Attar, de 15 años, era asesinado en las inmediaciones de uno de ellos mientras intentaba conseguir comida.

En mayo, las autoridades israelíes intentaron desmantelar la respuesta humanitaria liderada por la ONU y sustituirla por un plan militarizado de distribución de alimentos gestionado por esta fundación (GHF, por sus siglas en inglés). Hasta mediados de agosto, más de mil personas han perdido la vida en las inmediaciones de sus centros mientras buscaban comida, según Naciones Unidas.

En Médicos Sin Fronteras hemos documentado este horror en dos de nuestras clínicas, que reciben regularmente una afluencia masiva de víctimas procedentes de los centros de la GHF. Hemos visto a niñas y niños con disparos en el pecho, a personas aplastadas o asfixiadas en estampidas; a multitudes enteras abatidas a tiros en los centros de distribución.

Solo entre el 7 de junio y el 24 de julio, nuestros centros de atención primaria en Al Mawasi y Al Atar, en el sur de Gaza, situados cerca de los centros de la GHF, recibieron a 1.380 víctimas, entre ellas 28 muertos. Durante esas siete semanas atendimos a 71 niños con heridas de bala.

La cantidad de gasas que llegamos a emplear en una sola semana tras la apertura de los centros de la GHF era la que normalmente consumíamos en todo un mes. Estas dos clínicas realizan ahora pedidos quincenales de bolsas para cadáveres debido a su proximidad a la GHF.

Un estudio de nuestros datos y de los testimonios de los pacientes y médicos señalan un patrón claro por parte de las fuerzas israelíes y de contratistas privados estadounidenses contra palestinos hambrientos.

Analizamos las heridas de bala entre los pacientes que llegaron a la clínica Al Mawasi desde el punto de distribución 2 de la GHF: el 11 % de los impactos de bala eran en la cabeza y el cuello, mientras que el 19 % se producían en el pecho, el abdomen y la espalda. Los patrones distintivos y la precisión anatómica de estas lesiones sugieren claramente ataques intencionados contra personas dentro y alrededor de los centros de distribución, y no de disparos accidentales o indiscriminados. Como dice nuestra directora general, Raquel Ayora, «los centros de distribución de la GHF se han convertido en un laboratorio de crueldad».

He trabajado en muchas zonas de guerra con Médicos sin Fronteras, pero nunca había visto nada parecido. Estaba listo para tratar a heridos por explosiones o bombardeos, pero no para esto: seres humanos gravemente heridos o asesinados solo por intentar conseguir comida. Ninguno de nosotros lo estamos.

La fuerza de la desesperación es terrible. Saben los riesgos. Y aun así atraviesan una zona de conflicto activo para conseguir solo un paquete de espaguetis o una botella de aceite.

Esto no es ayuda. Es una trampa mortal bajo la falsa bandera de la «asistencia». Estos centros son lugares de muerte y deshumanización que deben cerrarse y restablecerse un mecanismo de ayuda coordinado por las Naciones Unidas (durante el alto el fuego había unos 400 puntos de distribución), para volver así a un sistema basado en principios humanitarios fundamentales de los que carece la GHF.