Esta semana he llegado tarde a un examen por culpa del autobús. La aplicación, que debería informar de las frecuencias, me hizo esperar diez minutos en la parada, haciéndome creer que faltaba un minuto para que llegara el bus. En realidad, tardó más de diez minutos en aparecer y, como consecuencia, llegué tarde al instituto. Situaciones como esta son habituales para muchos santiagueses y es necesario ponerle remedio. Si bien es cierto que algunas líneas funcionan correctamente, otras no, como la 8. Además de no llegar puntuales en muchas ocasiones, la aplicación se limita a decir «sen información sobre as liñas» para que, acto seguido, veas pasar el bus, en el mejor de los casos.
Llegar a tiempo se ha convertido más en una cuestión de fe en el conductor que en datos fiables que proporcione la aplicación. Por no hablar de los propios vehículos, que sufren averías constantemente e incluso han llegado a incendiarse, como le sucedió a uno de ellos a la salida de un centro educativo hace unas semanas. Como ese, muchos autobuses son demasiado viejos y por eso se deberían renovar. Si de verdad se quiere una ciudad con menos coches en el centro, deberían aumentar las frecuencias en horas punta y mejorar la aplicación para que los que, como yo, que nos subimos al autobús, podamos saber si vamos a poder llegar a tiempo. Alba Sotelo. Santiago.
Desigualdad
Como gimnasta retirada, siento orgullo y frustración. Orgullo por los logros del conjunto español, campeón de Europa en el 2025 y bronce mundial en Río, que han situado a nuestro país entre la élite. Y frustración porque, tras esas medallas, hay un sacrificio invisible y un silencio persistente sobre los problemas emocionales que muchas gimnastas enfrentan. Mientras el deporte masculino recibe atención y análisis, el femenino apenas ocupa titulares, salvo cuando gana. La desigualdad no se limita a lo económico o mediático, también se manifiesta en la falta de cuidado hacia la salud física y mental de las deportistas. Celebramos los oros, pero olvidamos lo que cuestan. Reconocer ese esfuerzo sin romantizar el sufrimiento es una forma de justicia. Si queremos inspirar a nuevas generaciones, mostremos todo, también las renuncias, que no deberían quedar ocultas. Julia Galera. Madrid.
Una propuesta para Pedro Sánchez
Si tenemos un presidente del Gobierno que no puede aprobar presupuestos ni leyes, eso quiere decir que no puede gobernar el país. Y si a pesar de ello no quiere dimitir, los ciudadanos deberíamos pedir que se le retire su sueldo, el gasto en viajes, sus dietas y privilegios. Gobernar es su trabajo, como cualquier trabajo, pero con mayor responsabilidad. Si una persona no cumple en su empresa, se le despide y se va al paro. Si la empresa es España y no se le puede despedir, esta es la única solución posible que nos queda. Beatriz Rodríguez. Oleiros.