as banderas importan. Antes y ahora. En los 70, como hemos podido ver estos días en la serie Anatomía de un instante (les recomiendo leer el libro de Javier Cercas), los comunistas tomaron una decisión difícil para facilitar la llegada de la democracia. Aceptar la enseña bicolor y renunciar a la tricolor republicana. A sus líderes, como al Santiago Carrillo que encarna el formidable Eduard Fernández en la ficción televisiva de Movistar+, los llamaron traidores.
Las banderas son importantes para muchos usuarios de redes como X. No se atreven o no quieren poner su nombre y apellidos para poner sus opiniones, pero presumen de patriotas juntando un estandarte a sus avatares. ¿Esto supone un problema? Sí. En muchos casos son cuentas impostoras. O son bots (no hay seres humanos detrás) o están radicados en otros países.
El movimiento MAGA (Make America Great Again) vive horas bajas. Por el divorcio de varios de sus referentes (como Marjorie Taylor Greene, la mujer que celebró la muerte del papa Francisco) con Donald Trump, por causa del caso Epstein. Por las dudas sobre la salud del presidente, casi octogenario. Y porque una función nueva de la red X ha permitido comprobar que varias cuentas afines, en algún caso con millones de seguidores, en realidad tuiteaban desde Nigeria, Tailandia, Alemania o Egipto. Si las banderas son de pega, ¿las ideas también? ¿Y la propaganda? Nunca tuvo patrias, solo intereses.