Mayores adictos a la tecla

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Dado Ruvic | REUTERS

28 nov 2025 . Actualizado a las 12:13 h.

Los pediatras reunidos reclaman que se prohíba a los niños acceder a las redes sociales hasta que cumplan 16 años. Pocas evidencias más sólidas ha habido sobre los daños que provoca una sustancia, en este caso digital, que además es capaz de renovar su capacidad adictiva con cada actualización. Ahora que presumimos de nuestras infancias analógicas, de cómo bailábamos en los noventa, de cómo sabían las lentejas, de cómo quedábamos con los amigos, no quiero imaginar qué habría sido de nosotras con un artefacto así entre las manos. Es verdad. Nuestros niños tienen un problema con las pantallas. Sus consecuencias las sufren a diario profesores, pediatras y progenitores. Pero hay algo de soberbia generacional en este señalamiento, como si las consecuencias de vivir la vida a través de una pantalla tuvieran una frontera temporal por encima de la cual las personas fuesen inmunes a la adicción. Si levantamos la vista del teléfono móvil veremos a muchos de los de nuestra quinta atrapados y sumergidos en el óxido de indio del panel táctil y convencidos igual que los pequeños de que lo que por ahí sale es palabra de Dios y mucho más entretenido que la vida. Existe ya una alerta de adoctrinamiento digital de personas mayores que están reconfigurando su manera de entender el mundo a través de los mensajes manipulados de las redes sociales. Tras la pandemia, cuando el encierro nos entregó un máster acelerado en tecnología, muchos de la primera hornada de los boomers descubrieron lo que internet era capaz de ofrecerles y ahí se quedaron. Los neurólogos registran ya deterioros vinculados al mundo digital entre personas que, como los niños, eligen lo virtual y desatienden lo social. Así que menos lobos. Entre los nuestros también hay adictos.