Nicolas Cage, muerto andante

eduardo galán

OURENSE

13 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Furia ciega»

Director: Patrick Lussier. Intérpretes: Nicolas Cage, Billy Burke, Amber Heard, D. Morse.

«Necesitamos un psicólogo», dice un policía juicioso cuando la película está a punto de llegar a su ecuador. Y pensamos que lleva mucha razón, sobre todo después de presenciar un dislate de antología, con el héroe despachándose a una docena de enemigos sin dejar de fornicar con una camarera apasionada; sin despeinarse, ni desvestirse, ni quitarse las gafas de sol, ni soltar el puro y la botella de tequila. ¡Y aún así, la película no llega a incorrecta!

¡Qué novedad! Nicolas Cage continua degradándose produciendo esta nueva abominación. El sobrino de Coppola, que prometía mucho con su Birdy y con el Oscar de Leaving Las Vegas, desciende otra vez, alegremente, al infierno tan temido, por un puñado de dólares. Cage es aquí otro muerto andante escapado de la caldera de Pedro Botero, que regresa para liberar a su nietecita de las manos de una secta comandada por el mismo Diablo. Y, copiando sin sentido a aquel William Blake de Dead Man, a los guionistas se les ocurre la original idea de llamarle como al poeta John Milton. Y la verdad es que el antaño talentudo Cage hace tiempo que perdió el paraíso.

La Eva del asunto es Amber Heard, una joven playmate en permanente estado de comercial de champú que, para colmo, nunca muerde la manzana. Pero al espectador la cosa se le atraganta igual. Únicamente la cara marciana de William Fitchner parece querer tomarse a broma tanta locura, con su personaje de contador de almas, a imitación de aquella muerte enlutada de El séptimo sello.

¡Violencia gratuita en 3D! Ese sería un buen y honesto eslogan para el filme. Aunque plana en el encefalograma, la película es en tres dimensiones. Así que prepárese el espectador a ver venir volando todo tipo de objetos peligrosos y emanaciones sanguinolentas. Hay que apartarse del camino visual de balas, hachas, cristales, esquirlas de hueso y manos que estallan en trocitos; a cámara lenta, además.

«Te mataré y luego violaré tu cadáver», es la frase menos agresiva del largo repertorio de lindezas. Total para nada, porque el tópico reina en este mundo de muertos.

Era mucho mejor aquella pequeña y divertida película de Phllip Noyce, con Rutger Hauer de surrealista justiciero ciego, estrenada hace 20 años con el mismo título de este espantoso bodrio que hoy llena las salas al amparo del ya maldito 3D.