Es cierto que las estadísticas no ayudan, y que la histórica ubicación de la provincia a la cola de los listados que miden algunos parámetros del dinamismo económico se ha convertido en una losa anímica que nos hace pensar siempre lo peor y minusvalorar lo que tenemos. Nos hemos acostumbrado al pensamiento negativo y repetimos, como un mantra, sentencias que quizá hoy ya no sean tan ciertas como lo fueron en otro tiempo. Uno de ellos es el que nos hace colgarnos el sanbenito de que todos los jóvenes se van; o más exactamente, huyen de una provincia que no tiene nada que ofrecerles. Sin embargo la realidad demuestra otra cosa. Cada vez hay más jóvenes titulares de explotaciones ganaderas o agrarias, cada año abren más establecimientos y crean más empresas. Y no; no lo hacen solo buscando un plato de lentejas para no morir de hambre. Apuestan con perspectiva de crecimiento y con ambición de negocio. Los datos que ayer ofrecía AJE, una asociación de jóvenes empresarios, reflejan esa nueva realidad. Facturan más de 40 millones de euros, emplean a 350 trabajadores y exportan sus productos a 18 países, desde Australia o Corea, hasta Canadá, Estados Unidos o Marruecos, además de a Europa o América Latina. Ellos son apenas cien, pero hay más; muchos más distribuidos por toda la geografía provincial que ven en Ourense un lugar de oportunidad en el que merece la pena quedarse. Y no solo por la belleza de sus paisajes o porque no les queda otra. Supongo que a ellos no les hará mucha gracia la alegría con la que les colgamos algunos sanbenitos.