Historia de amor

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE

23 ene 2020 . Actualizado a las 12:04 h.

El domingo fui a ver Mujercitas con una amiga. Sí, soy una de esas apasionadas exhaustivas que tienen la necesidad de ver todas las películas nominadas a los Oscar antes de la gala del 9 de febrero. Cuando íbamos a entrar me dijo que había estado leyendo sobre el argumento porque no lo conocía. Me atreví a describírsela como una historia cuya principal peculiaridad es presentar a una mujer soñadora, empoderada, valiente y con ansias de libertad constante. Muy adelantada a su época (1868) que se diría. Ella contestó: «Pensé que era una historia de amor». Me sorprendí especialmente con esa respuesta. Claro, ¿y cuál no lo es? Podría decirse que la mayoría de las historias que se llevan a la gran pantalla están motivadas por el amor. El cine es prácticamente infinito, casi tanto como las formas que existen de amar, pero no podemos olvidar que una de sus vertientes fundamentales es querer ser un reflejo de la realidad. Y la realidad es que el amor mueve el mundo. Sin purpurinas. ¿No es precisamente el amor lo que hace que los protagonistas de Historia de un matrimonio estén rotos por no saber amarse? El Joker es el resultado de la falta absoluta de afecto. Y en 1917 si no llega a ser por el cariño y el apego a sus seres queridos, todos esos soldados estarían volándose la cabeza sin importar su bando, por mera desesperación. Entiendo que el amor no siempre es el protagonista, a veces es solo un pequeño figurante. Pero sale, y en su actuación da sentido a todo lo demás. Eso veremos en Ikiru, en Corazón Silencioso o en Cafarnaúm. Tres ejemplos estremecedores, emocionales y llenitos de pureza, de lo que presenta el Ciclo de Cine y Medicina en su sexta edición en la ciudad. En definitiva, amor, mucho amor.