Jordi Planella, catedrático de pedagogía social: «Existe la imagen de las personas con discapacidad como ángeles que no tienen sexo»
OURENSE
El profesor desgranó tabúes sobre la sexualidad en una jornada de divulgación organizada por Sogasex en Ourense
18 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hablar de sexualidad en muchos casos parece un tema tabú, pero más aún cuando se trata de personas con discapacidades. Jordi Planella (Castelló de Ampurias, 1969) desgranó los principales prejuicios y mitos que forman parte del imaginario de la sociedad, con su ponencia El pecado del ángel: cuerpos deseantes y miradas anestésicas. En el marco de la jornada de divulgación organizada por la Sociedade Galega de Sexología en el centro cultural Marcos Valcárcel, el decano de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya,se centró en el desarrollo de la sexualidad en esta parte de la población.
—¿Cómo es la mirada de la sociedad hacia un cuerpo que tiene una discapacidad y cómo influye en el ámbito de la sexualidad?
—La gente cuando piensa en cuerpo piensa en algo físico y no piensa en las representaciones sociales o autopercepciones de cómo es para la persona. Depende de cada sociedad, de cada momento histórico, de cada familia o de cada institución. A todo esto cabe añadir qué es lo que opera a nivel social. Mi ponencia es una resistencia a todo este mecanismo social de decir que hay gente normal y gente que no lo es. La gente normal tiene un tipo de cuerpo y puede hacer determinadas cosas y los otros no.
—¿Esta condición las lleva a sentirse vulnerables o inferiores en la sociedad?
—Podríamos diferenciar en tipologías de diversidad funcional, porque no es lo mismo. La mayoría de activistas son personas que tienen discapacidad física, visual o auditiva. En cambio las personas con discapacidad intelectual suelen estar mucho más tuteladas por las familias y, a efectos de sexualidad, son mucho más vulnerables. A veces son personas que han sufrido esterilizaciones forzadas. Esto ahora ya no opera así, pero siguen existiendo casos.
—¿Qué papel juegan las redes sociales para personas con discapacidad en el ámbito sexual?
—Yo no soy tan crítico con las redes sociales. Hace poco dirigí una tesis de doctorado que lo que hacía era analizar cómo las personas con discapacidad se mostraban en ellas para hacer de esa diferencia —que puede provocar, con palabras duras pero reales, asco hacia alguien que tiene un rostro deformado o un cuerpo con una forma distinta a la mayoría—, un acto pedagógico. No existe el concepto de normalidad. Las redes para mí tienen ese doble efecto. Es verdad que el tema de la discapacidad se puede diluir más fácilmente en el mundo digital, de cómo te conectas a través de las tecnologías, incluso a través de la pornografía. No te podrías imaginar relaciones entre personas con discapacidad y personas que no tienen. Ahí aparece todo un submundo de posibilidades que a veces está menos controlado por ese estándar. Tampoco estaría muy de acuerdo en crear redes específicas solo para personas con diversidad funcional porque el problema de esto es cuando hemos construido algo que es ellos y nosotros, y el mundo somos todos.
—¿Y el cine? ¿Ayuda de alguna forma a romper con estereotipos?
—El cine tiene un poder muy importante cuando se habla de discapacidades. Muestra cosas muy interesantes porque las personas con diversidad funcional no están obligadas a tener una sexualidad normativa, sino que pueden ser LGTBIQ+. Traté de desgranarlo en mi ponencia partiendo de la metáfora del pecado del ángel, que es esa imagen prototípica de ver a las personas con discapacidad como ángeles que no tienen sexo. Y a mí me gusta pensar que han pecado y que eso es lo mejor que ha pasado como sociedad para poder avanzar.
—¿Considera que la educación sexoafectiva para personas con discapacidades no se trata lo suficiente o de manera adecuada?
—Si analizas cómo está todo el tema de la educación sexual en este país hay muy poca cosa que funcione. En todo el sistema educativo los temas de sexualidad son los primeros que se empiezan a vigilar cuando hay giros políticos y los partidos de derechas quieren controlar mucho más lo que sucede en estos temas. La educación sexual está muy poco trabajada y cuando la enfocas a personas con discapacidad está menos todavía. Hay que desmontar el imaginario, que opera al extremo: o no tienen sexualidad porque son angelitos o tienen una sexualidad salvaje, con trastornos mentales, y van a abusar de todos los que se van a encontrar o que van a estar siempre metidos en temas de masturbación compulsiva... parece que es mejor poner un velo en los ojos y hacer como que no pasa nada. Y luego sé que en las mujeres con discapacidad intelectual, el nivel de abuso sexual es muy alto. También en niños y hombres, pero son menos, aunque eso como sociedad parece que no retrata.