María cumple 100 años orgullosa por ver cinco generaciones bajo su techo

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A VEIGA

Miguel Souto

La centenaria todavía disfruta de las verbenas y se apunta siempre a salir

11 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En plena era del individualismo y del incremento de los hogares unipersonales, las familias de gran formato empiezan a ser una excepción. Si además son familias bien avenidas en las que las sucesivas generaciones comparten el mismo techo estaríamos casi hablando de una especie en extinción.

Y eso es precisamente lo que ocurre en las casa de María Puente Blanco, que hoy cumple 100 años feliz de ser la matriarca de un clan que aglutina nada menos que cinco generaciones bajo el mismo tejado.

María, que nació en A Veiga, en la parroquia estradense de Arnois, celebra su centenario orgullosa por compartir penas y alegrías con su hija Mercedes, su nieto José Ramón, su bisnieta Melisa y su tataranieto Iván, que es el benjamín de la familia, por el que beben los vientos todos los demás miembros de la familia.

María Puente no tuvo una vida cómoda. Cuando era pequeña, sus padres se trasladaron de A Veiga a A Quenlla —también en la parroquia de Arnois— para cuidar de un primo que se había quedado huérfano con solo nueve años. María iba a la escuela y ayudaba en casa. Como su madre tenía problemas de salud, con apenas 14 años ya iba ella sola a las ferias, transportando en una burra los productos que cultivaban en la huerta familiar. «Ela sempre padeceu dos bronquios, xa de pequena. Unha vez chegou á feira e estaba tan mal que tiveron que venderlle a mercancía as outras compañeiras. Cando volveu á casa tiña corenta de febre», cuenta su bisnieta Melisa orgullosa de la luchadora matriarca.

María se casó con Emilio Fachal, un joven de Vilasantar. Tras perder a su padre, él, su madre, su abuela y sus cuatro hermanos habían llegado como caseiros a Berres primero y luego a Ponte Ulla. Así fue como prendió la chispa del amor entre Emilio y María, que tuvieron una hija —Mercedes— y se mudaron a una casita próxima a la de los padres de ella.

Hoy, a sus cien años, María Puente luce una salud envidiable. Sigue con su bronquitis, ha perdido algo de oído y tiene dolor de piernas, pero se vale por sí misma, su medicación es escasa y puede llevar una vida plena.

«No inverno levántase entre as 10.00 e as 10.30 e deitase sobre a nove. E non durme sesta porque di que senón de noite non lle pega o sono», explica su hija Mercedes. «A tele agora non lle gusta moito mirala porque non a escoita ben, pero gústalle estar sentada na cociña e, en canto vai bo tempo, arranca para fóra. Aínda no verán, co calor que vai ás catro da tarde, ela marcha para fóra», cuenta.

María es una mujer de acción. «Para saír apúntase sempre», constata su hija. «Aínda este domingo fomos comer fora para celebrar un cumpre e o 20 de outubro, que era a Santa Paterna, quixo ir á verbena pola noite e volvemos cerca da unha da mañá. Estivo alí sentada nunha cadeira escoitando a música, encantada», cuenta Mercedes.

Dos vasos de vino al día

María está convencida de que el secreto de su bienestar es «o vasiño de viño» que nunca le falta ni a la comida ni a la cena. Eso y el calor de su gran familia: la sonrisa de un tataranieto tiene el poder de hacerle olvidar los achaques a cualquiera.