El verano

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa DESDE MI BARRIO

ALLARIZ

20 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se resiste a llegar el verano. Todavía no hemos sufrido la canícula ourensana en todo su esplendor. Las tormentas han marcado las primeras semanas de julio más que el calor extremo de otros veranos. Será por eso que el termómetro del parque de San Lázaro todavía no ha salido en los telediarios a nivel nacional. No todo son cosas malas, este tiempo salpicado con fuertes lluvias nos ha librado de los indeseables incendios forestales -y es que por mucho que digan unos y otros la mejor política de prevención sigue teniendo más que ver con mirar al cielo que otra cosa-. Quizás ahora que ya están a la vuelta de la esquina las fiestas de A Ponte llegará por fin el verano, el de verdad. Es habitual esa imagen veraniega de la ciudad de Ourense casi desértica, excepto en las céntricas calles pontinas. Las barracas, las atracciones de feria y las terrazas son parte del paisaje, junto con las orquestas que este año vienen con nombres de primera línea. Es cierto que no tienen el esplendor de otros años, pero siguen teniendo su tirón, sobre todo entre los que viven en la margen derecha del río Miño. A partir de ahí el calendario festivo ourensano coge ritmo y las citas se suceden, con la gastronomía y las recreaciones históricas como punto de partida.

El pulpo en O Carballiño, la Istoria en Ribadavia, el Esquecemento en A Limia, la empanada en Allariz y un largo etcétera. Aprovechen estas semanas que cuando se quieran dar cuenta estará septiembre encima. Y aunque la vendimia y las celebraciones marianas serán un consuelo... no es lo mismo. En resumen, y aunque no podemos inventarnos una playa: ¡viva el verano ourensano!