Algunos apodos de delincuentes indican su especialidad criminal, hasta el punto de que algunos acaban convirtiéndose en nombres comunes descriptivos de un perfil delictivo. Es el caso de sacamantecas, que se aplicó en el siglo XIX y a principios del XX a varios asesinos en serie que abrían el cuerpo de sus víctimas, generalmente niños o mujeres jóvenes, para extraerles las vísceras o la grasa, con las que hacían potingues con supuestas propiedades medicinales.
El sacamantecas más famoso en Galicia fue Manuel Blanco Romasanta (1809-1863), natural del municipio ourensano de Esgos. Se le conoce como el Hombre Lobo de Allariz. Actuaba en los bosques que recorría como vendedor ambulante, y a varias de sus víctimas les extrajo la grasa, con la que hacía jabón. Cuando lo juzgaron confesó trece muertes y alegó en su defensa que, víctima de un hechizo, en las noches de luna llena se transformaba en hombre lobo. Era, pues, un lobisón o, en gallego, lobishome, así como o home do unto de Allariz. Nacho Vegas canta El sacaúntos de Allariz como un romance de ciego: «Y entonces el muy cabrón cuando le daba la espalda / la cogía por el cuello y a bocados la mataba / y después que la mató, al ver que el niño lloraba / le retorcía el pescuezo y la lengua le cortaba».
La creencia en las bondades sanadoras de la grasa humana viene de antiguo. Bernal Díaz del Castillo, que participó en la conquista de México, cuenta refiriéndose a lo ocurrido tras una batalla: «… con unto de un indio gordo de los que allí matamos, que se abrió, se curaron los heridos, que aceite no lo había».
Sacamantecas se empleaba tanto en Galicia como en algunas provincias próximas para atemorizar a los niños, más aludiendo a un personaje imaginario que a los reales. Además de ese nombre y de sacaúntos, se ha usado pitagrasas, cuya mención era frecuente entre críos de hace sesenta o setenta años. Hoy no hemos dado con testimonios escritos sobre él. De hecho es, de los miles de palabras que a lo largo de los años habremos buscado en internet, la única que no ha encontrado Google.