La «tristura negra» de Leonor

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa DESDE MI BARRIO

CARBALLEDA DE AVIA

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La de Leonor no es, precisamente, una vida de cuento de príncipes y princesas. A Leonor el reloj de la vida se le detuvo un fatídico 15 de octubre. Vivía, junto a su marido, en Carballeda de Avia. Eso ya casi les convertía en héroes por sobrevivir en el rural ourensano del que nadie se acuerda, salvo que haya una desgracia o elecciones. Ella, seguramente, hubiera preferido que los políticos fueran a su pueblo como lo hacen, normalmente, es decir cada cuatro años. Sin embargo, en octubre del año pasado no había elecciones, por tanto tocaba desgracia. Y de las gordas. Una noche terrorífica de otoño las llamas devoraron casi el 70 % de la superficie de este ayuntamiento de O Ribeiro. Y lo que es peor, se llevaron la vida de su marido. «Marcelo morreu loitando». Ese es el titular de la crónica de Cándida Andaluz, en La Voz. Pero en el texto hay otras muchas frases que revuelven las entrañas y que deberían hacernos reflexionar a todos. «Queren que morramos todos queimados. Non collen o demo desa xente e non a castigan como é debido» es una de ellas. Otra: «Agora vexo o de Mondariz, os de Portugal, os de California... teño que apagar a televisión. Vexo lume e dáme a tristura negra».

La «tristura negra» de Leonor es todavía más grande si uno piensa qué ha cambiado desde que ocurrió la desgracia del 15 de octubre del 2017. La relativa tregua que este año han dado los incendios tiene más que ver con las condiciones climatológicas que con cuestiones de fondo. En una provincia tan abandonada a su suerte en el rural hace falta mucho más que cruzar los dedos para que llueva o contar con la inestimable (y nunca bien reconocida) labor de los servicios de extinción de incendios. Hace falta una política seria de impulso del medio rural y, por supuesto, también mano dura con los incendiarios que están detrás de gran parte de los incendios forestales cada verano.