Tras un arranque prometedor, el proyecto Móvete por Ourense, que parecía anunciaba una nueva manera de entender el problema de la movilidad urbana con un enfoque multidisciplinar y contemplando todos los factores y actores en conjunto, el tiempo pasa sin aparentes cambios sustanciales. De vez en cuando aparecen novedades relacionadas con este aspecto, como la nueva adjudicación del servicio de préstamo de bicicletas que lleva más de un año parado y en el que, parece demostrado, el entusiasmo inicial de los usuarios se ha ido apagando. Como muchas otras iniciativas sirve para que nos coloquemos alguna medalla que otra. Cuando comenzó a funcionar, hace más de una década, la ciudad de As Burgas se colocó entre las pioneras este tipo de servicios. Pero, al contrario de lo que sucedió en otras, en las que el servicio no solo se mantiene sino que va a más, aquí se desinfló tan pronto como los ciudadanos se cansaron de luchar contra las adversidades de una ciudad que no les deja el espacio que necesitan para circular. Ahora volveremos a tener adjudicataria, pero seguiremos sin carriles bici que permitan una movilidad sostenible de verdad. Y el «de verdad» implica que no solo puedan ir en bici seguiros durante los paseos de ocio por las márgenes del Miño. Seguimos dando palos de ciego. Y no solo en eso. Siguen sin avanzar proyectos como el del camino escolar porque, entre otras cosas, sigue habiendo una absurda permisividad con el descontrol de vehículos volcando y recogiendo niños a las entradas de los colegios. Igual que sigue habiendo impunidad con los coches que tapan los pasos de cebra.