«Llama a quien quieras, pero consigue dinero si quieres salir vivo de aquí»

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE

OURENSE CIUDAD

M. V.

Un acusado de secuestrar a un conocido por dinero niega todo y culpa al otro sospechoso, ya muerto.  «Pensé que me mataban», relató en el juicio el afectado

03 dic 2019 . Actualizado a las 07:57 h.

Siete años de cárcel. Es la pena que solicita el Ministerio Fiscal para Benjamín R. B., que este lunes se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia provincial de Ourense, acusado de un delito de detención ilegal por haber participado, presuntamente, en el secuestro de otro hombre en el mes de marzo del 2017.

Los hechos trascendieron cuando la víctima, que según su declaración permaneció encerrada en un piso desde un domingo de madrugada hasta el martes siguiente, pudo asomarse a la ventana de la casa y gritar pidiendo auxilio. Una vecina lo escuchó y llamó a la policía, que poco después se personó en la vivienda, si bien no pudieron entrar por tratarse de una puerta blindada. Fue necesaria la presencia de los bomberos para liberar al perjudicado, que declaró por videoconferencia y mantuvo los cargos contra el único acusado, ya que si bien se sospecha que actuó en connivencia con otro hombre, el dueño del piso, este falleció poco después del incidente.

«Tuve miedo, pensé que me iban a matar», explicó ante el tribunal de la Audiencia el perjudicado, quien contó que conocía a sus presuntos captores «de vista». Pero en la madrugada del 12 de marzo se encontró con uno de ellos en la calle, en concreto con el fallecido, y le explicó que había discutido con su madre y no tenía donde dormir. «Se empeñó en que fuera a su casa y yo acepté», dijo.

La primera noche no hubo problemas pero la segunda, el propietario de la vivienda llegó al piso, situado en las afueras de la capital, muy agresivo y se dirigió a él en tono amenazante. «Me dijo que tenía que llamar a mi familia para pedirle dinero» relató. Luego se dio cuenta de que no podía salir de la casa y aunque gritó por si algún vecino le escuchaba, e incluso golpeó con un palo en la ventana de la vecina, nadie pareció oírle. En la mañana del martes el dueño de la casa volvió a exigirle dinero, amenazándolo con que no saldría vivo de la casa «si no llamas a tu familia y me das dinero». En concreto, le exigían 300.000 pesetas, contó. Luego habría entrado en escena Benjamín, quien ya conocería previamente la situación de privacion de libertad del perjudicado y habría urgido a su cómplice para lograr su objetivo. «Llama a quien quieras, pero consigue dinero si quieres salir vivo de aquí», le dijo al perjudicado, que fue sometido entonces a diversos golpes. Más tarde, al comprobar que lo habían dejado solo, el secuestrado se asomó a la ventana y empezó a gritar pidiendo auxilio. Tras ser liberado, tuvo que recibir asistencia sanitaria.

Pero de nada de esto se responsabilizó Benjamín, quien durante su declaración se hartó de hacer comentarios hirientes hacia el denunciante, lo que motivó que el presidente de la sala le llamara la atención en varias ocasiones. Reconoció que lo conocía desde hacía años, calificándolo de «gentuza» porque cuando lo veía siempre le pedía dinero. Sobre el día en el que estuvo en la vivienda de su amigo, el 14 de marzo seguró que lo hizo porque la noche anterior, en la que habían estado tomando copas y «sustancias estimulantes», quedaron para tomar el vermú y «seguir con la conversación». «Yo en esa casa estuve 15 minutos», contó, asegurando que vio a la víctima «sentada en el sofá y viendo la tele». Reconoció, eso sí, que su amigo le dijo que la noche del sábado había salido de fiesta con el denunciante y que se había gastado 800 euros, de los que el otro le iba a devolver 200. Luego, afirmó, se marchó de la casa y no supo nada más hasta que la policía lo detuvo. El juicio quedó visto para sentencia, si bien el fiscal en sus conclusiones pidió que se dedujese testimonio de una de las vecinas de la zona, por si hubiera incurrido en un delito de omisión del deber de socorro por no haber auxiliado a la víctima, pese a haber oído que le daba golpes en su ventana.