¿Y estarás bien?

Isaac Pedrouzo ESTO NO ES OREGÓN

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

04 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy me pregunté que tal te irá. Si el taburete del bar se habrá dado cuenta ya que hace días que no vas. Que yo no voy. Me pregunto si le contarás ahora a alguien tus maléficas teorías de presagios intrínsecos sobre el fin del mundo que ves cada día en los periódicos. Pero, ¿sabes? Todo es un presagio si lo buscas. Todas son señales que conducen a algo si uno quiere.

Me pregunto si todavía lees el periódico. La parte local. A Ruth, a Rubén. O si bromeas con las esquelas exclamando imprudente cuanta gente ha dejado de fumar hoy.

Si bajas a hacer la compra cada día. Que es probable que vayas al Mercadona que está más allá de la facultad, aunque tú vivas cerca de la Plaza Mayor, solo para volver a casa dando rodeos, caminando despacio para ahorrar tiempo. Si quedarás con alguien en la frutería guardando la distancia adecuada con tu intachable manera (y manía) de seguir las normas. Si le hablas de mí.

Te imagino quejándote al aire porque el café tiene demasiada espuma, o porque no está caliente como a ti te gusta. Mirando partidos antiguos en televisión porque no hay ninguno nuevo que ver.

Hoy tampoco ganará la UD Ourense. Hoy tampoco va a jugar. Hoy me pregunté si te escapas para correr por las noches, a escondidas, recorriendo el paseo del Barbaña ahora que ya no quedan yonquis y la noche algunas veces parece más segura. Si has dejado de usar la bicicleta estática como perchero y la has puesto delante de la ventana, mirando al Seminario.

Si habrás engordado. Si estás comiendo bien. Y no sé si hoy has salido a aplaudir, si te molesta demasiado ese DJ que sale por la ventana disfrazado de todos los cantantes que odias, si la dictadura de tu anarquía personal no te permite hacer algo por el simple hecho de que digan que hay que hacerlo. Que está bien hacerlo. Porque tampoco esta vez ha sido idea tuya.

Me pregunto si me echas de menos ahora que nunca me escribes. Hoy me pregunté que tal te irá. Si sigues yendo a trabajar a ese búnker en el polígono de San Cibrao, si también has visto desde el balcón la luz amarilla de Ourense cuando sales a fumar o si le has contado ya a tu madre que fumas, que no lo vas a dejar. Si escuchas como la ciudad rechina ahí fuera. Me pregunto como estarás ahora que te han quitado la libertad de pasear, de saborear el canuto de las 17.00 horas detrás de la comisaría, allí donde siempre dices que nunca buscan. Donde saludas al viejo alcalde y maldices al nuevo.

Si habrás terminado el último libro de Tallón. Si te habrá gustado tanto como a mí. Me pregunto si todavía ves en mí a la persona que me gusta hacerme la ilusión de ser en realidad. Aunque sepas que no es así. Y confío en que no hayas ido a tu casa del pueblo en Trasalba.

Allí, demasiado lejos.

Te vi esta tarde en la farmacia, al lado de la gasolinera donde paras a menudo a comprar condones. Suelo verte en cada uno de esos trayectos cotidianos de cinco minutos. Pero no me viste. O no quisiste verme. No importa. Seguro que no eras tú. Seguro que te irá bien.