Ya saben que dicen las malas lenguas que los periodistas y las matemáticas no nos llevamos bien. El titular aquel de El Mundo Today de que ocho de cada seis periodistas no saben de números no ayudó, desde luego, a mantener intacta nuestra reputación. Pero la realidad obliga. Y quien más y quien menos se ha hecho una base de conocimiento, sin caer en el cuñadismo, en la evolución de la curva de la pandemia o en los porcentajes de incremento de casos, muertos y curados. Y, claro, todos los días a eso de las once y media de la mañana nos llega el mazazo. La cifra de muertos se mantiene estable, cuando no crece, cerca de las mil personas al día en España. Los contagiados, por mucho que nos digan que estamos en fase de estabilización, crecen de siete mil en siete mil. Resulta difícil mantener el ánimo, cuando a Ourense parece estar llegando el pico (siempre vamos con retraso, hasta en las malas noticias con respecto a la meseta) y ya se habla sin rubor de hospitales de campaña. Por si eso fuera poco, está el otro drama, el laboral. Con más de 14.000 personas en un ERTE y con los parados en crecimiento exponencial. Visto lo visto, quedarse en casa vamos a tener que dejar de verlo como una obligación y va a convertirse en la mejor de las opciones. No sé en sus casas, pero en la mía ya no hay ese ímpetu inicial por bajar a hacer la compra o tirar la basura. Y eso es lo que preocupa, por ejemplo, a comercio y hostelería. Cuando podamos salir, quién irá a los bares y a las tiendas. La normalidad, tardará un tiempo en llegar tras salir del confinamiento. No lo duden.