«Teníamos 700 croquetas recién preparadas y había que cerrar»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

En la cocina de O Rei do Xamón acababan de hacer una potada de croquetas cuando se enteraron de que las nuevas restricciones les obligaban a cerrar

17 ene 2021 . Actualizado a las 17:46 h.

Uno de los inconvenientes que destacan los hosteleros es la premura y falta de anticipación que les supone la implantación de nuevas restricciones por parte de la Xunta. Es algo que en Ourense ha afectado especialmente a los propietarios de O Rei do Xamón, Moncho Estévez y Pury Salgado. Su negocio, uno de los más emblemáticos de la zona de Vinos de la ciudad, abre a las siete de la tarde. Por tanto cuando el viernes, día 8, se anunció el cierre obligatorio para la hostelería a las 18.00 horas a partir del día siguiente, este matrimonio se encontró con toda la masa de sus croquetas lista para encarar la gran afluencia de clientes que reciben cada fin de semana. «Son los días más fuertes de trabajo, sin duda, y tenemos que estar preparados», dice Moncho. Este alimento junto a la tortilla de patatas y al pincho de panceta al horno hacen un completo, el pedido estrella del local. «De repente nos encontramos con que teníamos una potada recién preparada, es decir, 700 croquetas y había que cerrar a partir de esa misma noche», explica Pury. Su marido puntualiza que lo mismo les ocurrió ya en marzo con el confinamiento.

¿Qué hicieron? «Vinimos el sábado, montamos y enrollamos los centenares de croquetas, los separamos por lotes y ahora llevamos toda la semana repartiéndolos entre familiares, amigos y vecinos. La gente me dice que las deje congeladas hasta la vuelta pero aquí somos de producto fresco y del día», admite la cocinera de O Rei do Xamón. Su forma de celebrar el Día Internacional de la Croqueta, que se conmemoró ayer, 16 de enero, fue regalando a los suyos las que ella misma cocina y que, por cierto, no se come. «Solo las cocino para el local y nunca las como. Es raro pero es verdad. Me encantaría poder llevárselas a nuestros clientes casa por casa porque se han portado de maravilla y estamos muy agradecidos», dice. Se pone más seria, y mucho más triste, para añadir: «Aquí lo importante es que todos cumplamos con las normas y no solo unos pocos. No nos dan tiempo a prever nada, están acribillando a la hostelería pero no nos ayudan económicamente». «Lo peor es para los que se quedarán por el camino», termina Moncho.