¿Aprenderemos?

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE CIUDAD

13 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Este sábado fui a comer al Castillo de Maceda. Hacía tiempo que quería ir. Me gustan muchíimo los contrastes. Una fortaleza del siglo XI, completamente rodeada de naturaleza y llena de salones reformados y modernos, me parecía una idea perfecta. Sí, la comida del chef barquense Carlos Parra también era un gran incentivo. Pero, sobre todo, lo que quería era coger aire, abstraerme de la ciudad con un poquito de campo y disfrutar de un recumpleaños -dícese de la acción de celebrar un aniversario en repetidas ocasiones- con gente que quiero y sin ninguna preocupación. Degusté el mejor cabrito que he comido en años y seguidamente salimos para el café a la terraza del castillo. A estar, sin más, sin prisa. Hacía un sol de verano y el viento casi nos saca a volar, pero estando a esa altura era tan puro que teníamos los pulmones respirando azul clarito. Y lo que verdaderamente nos arrancó de allí fue un grupo de necios. De esos adultos que piden libertad y derechos mientras coartan los de los que tienen al lado. Eran, por lo menos, una quincena y algunos iban sin mascarilla. No puedo describir la incredulidad, la incomodidad y la rabia que sentí en ese momento. Salió parte del servicio a explicarles las restricciones del estado de alarma en el que todavía estábamos. Les pidieron, por favor y entre sonrisas obligadas, que se sentaran en mesas separadas, cumpliendo las distancias y respetando a los demás clientes. Nos fuimos al instante, así que no sé cómo acabó la historia. Desde luego su actuación inicial fue patética y egoísta, primero para con los hosteleros, que llevan año y medio peleando por sus negocios, luego para con el resto de mortales. Así que no, no hace falta irse a la Puerta del Sol para ver a energúmenos que todavía no han aprendido lo que es importante. También los hay en Ourense. ¿Aprenderemos?