Aveces uno tiene impresiones que se quedan en eso, en una sensación, en un pálpito. Y otras veces vienen los datos a confirmar esas impresiones, como si lo que habías escrito con lápiz, apenas un borrador, tuvieras que repasarlo ahora con un bolígrafo rojo, como cuando eras pequeño y te estrenabas con la tinta.
Algo así ocurre con el último informe del Instituto de Medicina Legal de Galicia en Ourense. Aquello que muchos pensamos en los últimos tiempos -jo, se ha suicidado otra persona- se palpa más allá de los casos particulares y nos hace chocar de frente con una realidad: este año los suicidios han multiplicado por cuatro las muertes en accidente de tráfico en Ourense.
Hay tragedia detrás de cada persona que pierde la vida. Ahora estás aquí y, en apenas unos minutos, puedes no estar. Es el pavor de los accidentes de tráfico, que te dejan temblando porque eres capaz de ponerte en el lugar de la víctima... como el de ese matrimonio de Navarra que perdió la vida, mientras la salvaban sus hijos. Lo piensas y te mueres, pero de miedo.
Quizás parte de la problemática del suicidio es que nos cuesta más ponernos en el lugar de la víctima. Porque aunque hayamos avanzado sigue habiendo una pátina de vergüenza, de pudor, de culpabilidad que deja en parte oculto un problema de salud que debería movilizarnos tanto como otros. «Es importante que todos los pacientes con sintomatología depresiva, ideas de ruina o desesperanza lo cuenten». Lo dicen los médicos que han tenido que certificar 23 muertes por suicidio este año.