Chechu Salgado, el gallego que ha fichado Daniel Monzón: «Todavía me queda alguna locura de amor por hacer»

OURENSE CIUDAD

El ourensano triunfa en su primer papel protagonista en «Las leyes de la frontera», de la mano del director de «Celda 211»

13 ene 2022 . Actualizado a las 16:17 h.

Tiene una voz muy rasgada, de canalla, y aunque reconoce que le gusta hacer de malo, por teléfono transmite la ilusión de un niño pequeño con un juguete nuevo. Emocionado por el momento en el que está viviendo, no es difícil conectar con los nervios y la alegría de quién se está abriendo camino en la que es su auténtica pasión. Así es Chechu Salgado, el actor ourensano que Daniel Monzón, el director de Celda 211, eligió para hacer de Zarco en su nuevo filme Las leyes de la frontera.

­—«Serramoura», «Fariña», «Patria», «Servir y proteger»... eres como un talismán para los proyectos de éxito.

—Creo que ha habido una progresión bastante buena y me siento muy orgulloso de todos los trabajos donde he estado. Cada uno tenía algo especial.

­—¿Cómo acabaste interpretando a Zarco, uno de los protagonistas de esta película?

—Me enamoré de mi personaje y me trabajé el cásting como si fuera el último de mi vida. Tenía muchísimas ganas de hacerlo. De hecho, me dijeron que estaba dentro de la película antes de Navidad, y yo le había dicho a mi representante que, si al final no me elegían, que no me lo dijera hasta después porque lo iba a pasar fatal. Pero cuando me lo dijo, flipé.

­—¿Te van los personajes duros?

—Me encantan. Me gusta mucho hacer de malo. Creo que son personajes muy ricos, con muchas aristas, y que el público conecta con ellos. Así que también son muy agradecidos. Zarco es un quinqui de manual, es el líder de una banda juvenil, una persona que, a pesar de hacer cosas moralmente cuestionables, tiene unos valores muy asentados y cuida de su familia y de su gente. Me gusta pensar que tengo algo en común con él, aunque yo no robo bancos.

—Nacho entra en la banda por amor. ¿Qué harías o has hecho tú por amor?

—El amor es uno de los motores más importantes del mundo. A veces para bien, si es bien entendido, o para mal. Y yo creo que está bien hacer alguna locura por amor, siempre que no te haga perder la cabeza. Es precioso enamorarse y sentir que quieres darlo todo por alguien. Y me gusta pensar que todavía me queda alguna locura de amor por hacer.

­—Pero alguna ya habrás hecho...

—Bueno, creo que los primeros amores tienen un punto más salvaje y alguna locurilla por ahí habré hecho, pero nada que se pueda contar [se ríe].

­—Con Begoña Vargas y Marcos Ruiz hacéis un buen trío.

­—Hemos pasado horas y horas hablando de nuestros personajes. A veces los tres juntos, a veces yo solo con Monzón. A veces yo, de repente, necesitaba hablar con Bego sola e ir a cenar con ella y hablar durante horas resolviendo las dudas y pensando si íbamos por el buen camino y motivándonos el uno al otro, y con Marcos también. Han sido unos compañeros de rodaje que me llevo ya en el corazón.

—¿Hay un triángulo amoroso?

—Podíamos decir que es una compleja historia de amor con muchas aristas y muchas caras. Como la vida. Y eso es lo que se va descubriendo a lo largo de la película. Si es un triángulo amoroso, es mejor que lo descubráis en los cines.

­—¿Es el cine la mayor aventura de tu vida?

—Seguramente, porque es un mundo con muchos altibajos y emocionalmente a veces es un poco una montaña rusa, pero estoy feliz. Yo soy un enamorado del cine de toda la vida y poder interpretar a diferentes personajes es un sueño. Y solo llegar al punto en el que estoy ahora, ya ha merecido la pena todo el esfuerzo. Lo que venga a partir de ahora lo seguiré disfrutando.

­—Te hemos visto con David Broncano y la divertida intervención de un espontáneo de Catoira que la lio entre el público, ¿lo conocías?

­—Vinieron desde Ourense y de Catoira cinco amigos míos. Había como seis o siete personas que conocía en la sala. Estaban también mis dos mejores amigos y notar su apoyo fue fundamental. Y luego, el resto viéndolo desde Ourense: «Por fin, estás ahí», «¡Qué pasada!», «¡Qué guay!»... Noté un cariño absoluto, tanto el jueves en La resistencia como el viernes en el estreno.

—Te veo muy vinculado a Ourense, ¿ejerces de gallego morriñento?

—Me gusta mucho viajar, pero también volver a Ourense y conectarme con quien soy y de donde vengo. Volver a casa y notar los pies en el suelo. Y es verdad que eso me lo da mi hogar.