Trabajadoras del Sergas dan pautas para humanizar la atención sanitaria: «A un médico díxenlle: 'Oxalá nunca traten a un dos teus como ti a min'»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Mercedes Grande y Mercedes García son sanitarias y pacientes
Mercedes Grande y Mercedes García son sanitarias y pacientes MIGUEL VILLAR

Mercedes Grande y Mercedes García participaron en las jornadas de humanización del CHUO

05 dic 2022 . Actualizado a las 08:11 h.

Ponerse en la piel del otro. Dejar la bata a un lado y pensar en el paciente no como enfermo, sino como persona. Son los pilares de la humanización de la sanidad, un concepto cada vez más extendido pero que todavía está en fase de implantación. El objetivo es poner al enfermo en el centro, que sea partícipe de las decisiones que afectan a su salud y que se le escuche. «Os pacientes sempre din: ‘Que me traten como unha persoa, sobre todo cando nos atopamos nunha situación de vulnerabilidade’», resumió Josefina Monteagudo, subdirectora de Humanización del Sergas en la clausura de las jornadas celebradas en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense.

Josefina Monteagudo
Josefina Monteagudo MIGUEL VILLAR

Monteagudo insistió en la importancia de ese cambio, habida cuenta de que «se non fomos pacientes, serémolo» en algún momento de la vida. Por eso defiende la médica la necesidad de escuchar a los que están del otro lado y en esa labor tienen un papel fundamental quienes comparten ambas facetas, la de sanitario y la de enfermo. Es el caso de Mercedes Grande y Mercedes García, trabajadoras del CHUO, que pasaron de estar visitando enfermos a ser ellas las que estaban en una cama.

Mercedes García
Mercedes García MIGUEL VILLAR

mercedes garcía, trasplantada de riñón

Haciendo memoria, el primer recuerdo de Mercedes García, nacida en 1965, del concepto humanización fue cuando era apenas una niña de 6 o 7 años. Su madre ingresó por un problema cardíaco y cuando pidió el alta (porque la reclamó ella) y volvió a casa por Navidad, Mercedes la escuchó hablando con su padre. «Le decía que el trato no era bueno y que no quería volver», relató. Así que cuando Mercedes comenzó como auxiliar de enfermería en el Hospital Comarcal de Monforte decidió no ser como aquellos sanitarios que trataron a su madre. «Verla a ella en los pacientes me ayudaba a trabajar de otra manera», relató.

Ya estaba empleada en el CHUO cuando en el 2002 comenzó a encontrarse mal. Las pruebas mostraron que tenía quistes en ambos riñones. De repente pasó de ser sanitaria, a estar «del otro lado». Y no fue fácil. Tenía dos niños pequeños y una enfermedad grave. «Veía el fin del mundo. Mi madre y mi abuela murieron muy jóvenes y yo ya me veía como ellas», relató. A su diagnóstico se unieron los de su hermano y su hijo de 7 años, a quienes les hicieron las pruebas porque la poliquistosis hepatorenal es hereditaria. Pasó por las fases esperables: miedo, tristeza, incertidumbre... También es frecuente la depresión, pero ella la evitó. «Yo no la tuve, solo negociación. Me iba diciendo quiero vivir equis años. Y después equis más».

«Me ofreció un riñón»

Sabía lo que se le venía. «Pedí el traslado a Nefrología y sufría mucho al ver lo que pasaban los pacientes y me adjudicaba a mí sus problemas», relató. Y allí vivió uno de esos días que nadie olvida: «Una compañera me ofreció un riñón. Es el mejor regalo que te pueden hacer, el hecho de decírtelo». Fue un soplo de aire fresco en medio de la preocupación por su hijo. «Me centré en él y me olvidé de mí», relata. Fue un tiempo en el que ejerció la presidencia de Alcer en Ourense, cargo que abandonó cuando le tocó entrar en diálisis. Pidió el traslado al Chuac para su tratamiento, porque no se entendía con su nefrólogo en Ourense, «un médico paternalista», le definió.

Pasó a estar «en una cama como una paciente real». Vivió situaciones buenas y otras no tanto. «A veces te miran y no te ven, te asean y no te hablan... Y tú tienes mucho miedo como paciente. Como sanitarios tenemos que centrarnos en ellos», remarcó. Consideró necesario que se impartan cursos para que los profesionales se pongan en la piel del enfermo. «Yo lo que miro es si me sonríe. Me está diciendo: ‘Estoy aquí y voy a atenderte’», añadió. Dijo ser consciente de que los profesionales van muchas veces apurados de tiempo, con más pacientes que atender de los deseables. Pero siempre hay espacio para la empatía. «Si nos explicas que no te puedes parar porque vas saturado, lo entendemos. Pero habladnos», reclamó.

Salvó su vida

Pidió que la gente piense en la donación de órganos. Recordó aquel día en el que sonó su teléfono. «Era un ángel, con una voz tan dulce, diciendo ‘mañana vienes porque hay un riñón que puede ser para ti’». Y así fue. El donante salvó su vida y la de Alfonso, «mi hermano de riñón». Tres días después de recibir el órgano, en junio del 2010, Mercedes publicó en La Voz una carta de agradecimiento a su donante y a sus familiares en la que no faltaba un recuerdo para los que no tuvieron la misma suerte que ella.

Aquí puedes leer la carta publicada por Mercedes en La Voz: Muchas gracias, apreciado donante.

Mercedes Grande
Mercedes Grande MIGUEL VILLAR

mercedes grande, enferma crónica

Mercedes Grande es técnico en cuidados auxiliares de enfermería eventual en el Sergas desde hace dos años tras muchos más de experiencia en la privada. Su relación con el sistema público como paciente es mucho más larga. Comenzó cuanto tenía 24 años. Había perdido mucho peso y tenía un desarreglo alimentario. «En primaria atopeime cun médico paternalista que me dixo que eran cousas miñas para poder entrar nos pantalóns pitillo», contó. En la cuarta visita a Urgencias le dijeron que tenía Crohn, una enfermedad rara de la que había apenas 50 casos en Galicia. Era 1999. «Hoxe en día somos máis de mil só en Ourense», apuntó.

El diagnóstico llegó durante un ingreso que la tuvo en el Hospital de Ourense 28 días. «Eu quería saír rápido porque estaba no papel de coidadora», recordó. No sufrió depresión, al igual que su compañera. Tampoco entró en esa fase de negociación. «Non me podía vir abaixo porque tiña que coidar da miña nai, que tiña cancro de pulmón», explicó. Se lo habían diagnosticado seis meses antes y las dos mujeres no tenían a nadie más. Los padres y hermanos de Mercedes seguían en Venezuela, adonde la familia se había mudado once años antes. Hacía uno que ella había vuelto y convenció a su madre para retornar también tras su diagnóstico.

En aquel primer ingreso se vio del otro lado. «A persoa nunha cama perde a identidade, pasas de ser ti a ser a rapaza da 208 ou da habitación que che toque», explicó. Sabe la importancia del trato humano, que tuvo muchas veces, aunque también guarda malas experiencias. «A un médico díxenlle: ‘Oxalá nunca traten a un dos teus como me tratas ti a min’».

Mirar al paciente y tocarlo

Por eso cada vez que va a entrar en una habitación se obliga a sí misma a mirar al paciente y tocarlo, por muy apurada que esté. «Hai que traballar a atención plena a cada paciente, que a persoa non agrande a doenza que ten nin a súa soidade», señaló. Y es importante saber callarse. «Unha cousa que me axudaba moito era que se eu estaba de baixón, me deixasen estar. Ás veces, gardar silencio diante dun paciente é sabedoría. Asústanos o silencio e eu como paciente teríao agradecido moitas veces», dijo. La clave es fácil: «Darlle aos pacientes o trato que terías cos teus seres queridos, como farías cun familiar».